La mayoría de los
periodistas dominicanos tiene dificultades económicas y me atrevo a decir que
está padeciendo situaciones precarias en cuanto a la salud y lo económico. Hace tiempo que estamos
atrapados por las legítimas aspiraciones de vivir con dignidad, con un buen
salario, con vehículos, una casa y capacidad de ahorrar para cubrir los gastos
funerarios y de salud de la familia.
Una minoría ha tenido
éxito en esas aspiraciones, cosa que no criticamos porque cada quien tiene que
saber nadar contra la corriente para llegar a la orilla o a las metas
planificadas, sobre todo si se preparan en el orden profesional.
Muchos periodistas ya
no brillan con sus nombres en los medios de comunicación. La razón es que han
sido retirados de las nóminas de las empresas periodísticas por antigüedad en
el servicio, sobre explotados y pésimamente recompensados, a pesar de dejar en
las salas de redacción la mitad de sus años.
Otros se han retirado
por cuenta propia y han formado tienda aparte con programas de televisión y de
radio, creando empresas publicitarias y otros proyectos, para transformarse en
empresarios prósperos.
También existen otros
que han vendido su pluma al servicio del peor despojo de la política,
convirtiéndose así en terroristas de la palabra hablada y escrita. Con esa
estrategia se han hecho ricos.
Para sobrevivir a la
crisis financiera, muchos han acudido al pluriempleo, a la auto explotación,
para elevar los recursos financieros y cumplir con los compromisos familiares.
Sin embargo, viven en la miseria, incapaces de cotizarles un buen almuerzo a
los hijos en un restaurante de calidad ni llevarlos a pasarse un fin de semana
en un resort o pasear por las provincias..
Los hay padeciendo
graves problemas de salud a consecuencia de las llamadas “enfermedades profesionales” (hipertensión arterial, diabetes, crisis
renal, ceguera, etc.) y la peor de esas enfermedades, que es la crisis
económica.
Se conocen casos de
otros que han entrado en la fase de la discapacidad físico-motora, que han
perdido parte de sus órganos corporales, y ahora están dependiendo de las
instituciones del Estado que promueven programas sociales o de la caridad de
los amigos.
Los periodistas que hoy
están sepultados y abandonados en los cementerios también fueron víctimas de estas
situaciones o enfermedades, a excepción de aquellos que fueron asesinados por
la recia y correcta posición que asumieron al defender las libertades públicas,
la Constitución y las leyes, y la preservación del sistema democrático. He
visto morir en la miseria a colegas valiosos y de humildes de sentimientos, que
nunca vendieron sus principios. Paz eterna y respeto para ellos.
Particularmente, creo
muy correcta la posición del Estado dominicano de otorgar pensiones a los
periodistas que han agotado su ciclo de vida laboral sirviendo a la sociedad o
que están muy mal de salud. Ojalá en el futuro inmediato sean incluidos más
comunicadores sociales. Una pensión les salvaría el momento de al menos no seguir
mendigando por un mejor nivel de vida. Yo espero la mía.
Hay periodistas
hipócritas que critican este beneficio. Digo que son hipócritas, que juegan a
la doble moral, porque mientras satanizan esa labor humanitaria, se benefician
de manos de terceros con regalos extravagantes, facilidades para adquirir
lujosas propiedades inmobiliarias, viajar al exterior con todo cubierto,
empleos para familiares y amantes, facilidades para adquirir vehículos y casas
suntuosas, entre otros.
De falsos pastores está
llena la sociedad dominicana. Son personas que mientras despotrican las
acciones humanitarias a las clases más necesitadas, por otro lado, abren las
puertas de sus hogares para que entre la prosperidad, sin importar el origen. Dios
tenga piedad de sus almas.