Ni el candente sol, ni las
altas temperaturas fueron capaces de detener a los cientos de obreros que
trabajan incesantes en el montaje estructurar de XVI Feria Internacional del
Libro de Santo Domingo en La Plaza de la Cultura.
Los empleados los cuales se
asemejan a hormigas gigantes, trabajan al unísono, como una buena melodía, en
medio del calor, la coordinación y el entusiasmo de llevar ya realizado el
final de su ardua labor a las manos de quienes asistan a la feria este año.
Las 220 casetas del Ministerio
de Cultura, parecen pequeñas casas de alguna gran comunidad, una comunidad
literaria que se prepara para una gran fiesta de lectura y entretenimiento.
Entre el taladro, el martillo y
la soldadura, Alberto Mieses retoca las líneas de las delgadas calles de piedra
que sirven para los transeúntes en ese lugar.
“Este año será buena, porque
se ha invertido mucho y se ha trabajado mucho también” Sonreía Mieses al decir
estas palabras mientras se secaba el sudor que le corría por la frente.
Al igual que Alberto, los
demás trabajan con entusiasmo, como si el cansancio fuera un mito y la
agobiante tres de la tarde fuera una mañana fresca en su inicio.
“Esto se llenara de gente”
casi grito quien se limitara a decir “José” cuando se le pregunto su nombre
mientras hacia un manejo acrobático y equilibrado de un serrucho y cortaba
madera.
Algunas personas que suelen
caminar por la plaza como via para cortar caminos o como rutina, se detienen a
observar los preparativos con curiosidad y a preguntar donde estará cada cosa,
reflejando con esto un entusiasmo colectivo que aumentara mas a partir del 22
de abril cuando sea la apertura de la esta celebración cultural.