<b>La
reunión entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas abre las puertas para un
entendimiento entre las partes en conflicto desde hace algún tiempo. Habrá que
ver si ambos están en disposición de
hacer sacrificios en aras de la unidad.</b>
El
ex presidente Mejía ha dado muestras más que suficientes de querer un
entendimiento. Pero su contraparte no. Al contrario, hasta hace apenas unos
días se empecinaba en decir que no hablaría, ni se reuniría con los
“expulsados” alegando una falsa institucionalidad que le otorgó un Tribunal Superior Electoral dirigido
por Leonel Fernández.
La
correlación de fuerzas a lo interno del PRD
favorece ampliamente a la
dirección ética y moral que encabezan Hipólito Mejía, Andrés Bautista, Orlando
Jorge Mera y Geanilda Vásquez, entre otros. La encuesta Gallup publicada
recientemente le otorga un 9 % (en
realidad es un 8) al “presidente” del PRD.
Tal vez ese porcentaje tan bajo, para alguien que constantemente
decía tener un 98 %, sirva para explicar las reuniones con Guido Gómez Mazara,
Tony Peña Guaba, Alfredo Pacheco y César Sánchez, entre otros. Insistir en
dividir al PRD ya no es negocio. Más del 90%
está con Hipólito. Otorgarle la franquicia al sector minoritario de
Miguel sería una locura que Leonel y el gobierno no podrán cometer sin pagar
las consecuencias, porque “lo mucho hasta Dios lo ve”.
En ese sentido lo más inteligente (algo que ha
faltado) sería lograr un entendimiento.
“Una salida digna” o “un bajadero decoroso”, donde nadie se sienta atropellado
ni mancillado. Ahora bien, ¿sobre qué base? ¿Sobre la base de “acuerdos de
aposentos” o “acuerdos en casas de veraneos” de intermediarios menos idóneos,
para repartir cargos y prebendas? ¿Sobre la base de no mirar hacia atrás, ni
lanzarle ladrillos al pasado, como dijo Danilo Medina cuando justificó su
borrón y cuenta nueva con la corrupción? No, así no es. O no debe ser. Lo que
procede es un acuerdo sobre la base de respetar los estatutos y los organismos
del partido. Consensuar una agenda de trabajo, con un
calendario fijando fechas para reunir la Comisión Política y el Comité
Ejecutivo Nacional de cara a la convocatoria dela Convención para elegir las nuevas autoridades
con la participación masiva y democrática de los perredeístas.
El que quiera ser presidente del PRD que se gane la
simpatía de las bases. Que sean los miembros del partido quienes lo elijan democráticamente. El que quiera ser candidato
a cualquier cargo público, incluyendo la nominación presidencial, que lo
escojan las bases. ¡El dedo índice de
ningún líder puede volver a escoger candidatos en el PRD!
“La soberanía del Partido reside en su militancia y se
ejerce a través de sus organismos”, dice el estatuto del PRD en su artículo 19.
Cualquier entendimiento que ignore los estatutos y desconozca el poder decisivo de las masas, es
nulo de pleno derecho. Ojalá el PRD se encuentre a sí mismo. No será fácil. Hay
muchas piedras en el camino. Muchas desde el gobierno y desde el propio
partido. Ya veremos.
Mientras, el que quiera perdonar agravios y
traiciones, que lo haga, pero que no olvide