<b>En días pasados, mientras conversaba con unos amigos, llego el tema obligado de las tensiones que se daban en ese momento en la península coreana, debido a las amenazas de Corea del Norte de atacar a sus vecinos del sur y a los mismos Estados Unidos de América, y la posibilidad de que allí se iniciara una confrontación de proporciones bíblicas.</b>
Uno de los participantes en la conversación, manifestó su total oposición a la existencia de los ejércitos y fuerzas armadas, diciendo, cit“Yo soy anti-militarista, estoy en contra de todo lo que sea guardias”, y esas palabras quedaron en mi mente dando lugar a este artículo.
Producto de esa conversación, comencé a preguntarme: ¿Cómo serían las naciones hoy si no existieran los ejércitos y las fuerzas armadas?
Lo primero que hice fue trasladarme mentalmente a la Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates, al sur del actual Irak, a UR y URUK, las primeras ciudades-estados de la civilización Sumeria y de la humanidad (unos 3,500 años antes de Cristo), los más antiguos asentamientos humanos de los que se tiene conocimiento, con organización urbana y supeditada a reglas de dirección y de autoridades, a partir de estas, fueron multiplicándose vertiginosamente las ciudades-estados en la región, conglomerados humanos con una misma lengua, cultura y creencias que se unían en un solo territorio, pero que al mismo tiempo y en territorios cercanos se creaban otras ciudades con marcadas diferencias en estos rasgos característicos.
Este tipo de organización social de las personas, llevo necesariamente a la creación de una clase que dirigiera la formación y funcionamiento de esas ciudades-nación, los dirigentes y autoridades, lo que necesariamente tenían que velar por el crecimiento y seguridad de esas civilizaciones nacientes.
Pensé, si a nadie nunca se le hubiere ocurrido formar ejércitos ni fuerzas armadas, cuál sería la actitud, la acción o decisión de los dirigentes de una ciudad-nación “A”, Si los dirigentes o clase gobernante de una ciudad-nación “B”, debido al poco crecimiento y desarrollo de su pueblo, o por meramente la ambición de los mismos, decidieran buscar los recursos más allá de sus fronteras, en territorios de la ciudad-nación A, vecina a la B.
Entonces me dije que la Ciudad-nación A solo podía hacer una de tres cosas o una combinación de las mismas:
1)Entablar una negociación o conversación con B que de solución el conflicto.
2)Permitir y Aceptar las acciones de la ciudad-nación B sobre la ciudad-nación A.
3)Organizar la población de la ciudad-nación A, para defenderse de la ciudad-nación B.
En el primer caso, de suceder así, las necesidades de los recursos de A por parte de B, no son prioritarios, en el segundo caso, está asegurada la desaparición de A, y el tercer caso, explica la aparición de los ejércitos y las fuerzas armadas.
Este análisis, sin mayor profundidad y sin la rigurosidad de una investigación histórica del origen de las fuerzas armadas y los ejércitos, nos indica que la principal causa del surgimiento de estas instituciones está dada por una de dos razones:
a)La necesidad de Defenderse de las agresiones de otras naciones.
b)La necesidad de Agredir a otras naciones para obtener sus recursos, territorios o grandeza.
Ese orden de pensamiento me lleva a concluir que la necesidad de las naciones tener ejércitos o fuerzas armadas, estuvo y está ligada, hoy más que nunca, a las amenazas, riesgos y vulnerabilidades que estas presenten, pero también a sentimientos humanos como son la ambición y la codicia, la necesidad de poder y grandeza que se pudo o ha podido anidar en la mente y corazón de los dirigentes de dichas naciones.
El autor es Politólogo
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