Hay
que ver la manera cínica y desfachatada como los depredadores de los bienes del
Estado se burlan de la pobreza y la ignorancia del pueblo dominicano, al que le
enrostran sus fortunas viviendo como jeque árabes, príncipes, reyes y faraones.
Usted
los ve en los más exclusivos
restaurantes con amigos, esposas o amantes. Tienen helicópteros, aviones jet,
apartamentos en las torres más costosas, mansiones de veraneo y cuentas
millonarias en pesos, dólares y euros. Nada les falta. Todo le sobra.
Al
que todo le falta, y nada le sobra, es al pueblo que apenas recibe las migajas
del poder usurpado cada cuatro años, cuando esos bandidos salen a comprarle su
dignidad y su decoro para que voten por en las elecciones que ellos mismos
organizan, legitimando así el robo y el saqueo.
Tanto
acumulan cada cuatro o cada ocho años, que pueden comprar, como en efecto, el
Congreso, la Justicia y los demás poderes del Estado, incluso los mediáticos.
De esa manera aseguran su impunidad.
La
Constitución de la República, ni el código penal, se hicieron para los
corruptos de la política. Las leyes son para aplicárselas a los miserables que
roban chucherías, y que luego la policía mata en “intercambio de disparos”.
El
presidente de la Suprema Corte de Justicia, antiguo socio y abogado del ex
presidente Leonel Fernández, dice que en
el país hacen falta jueces por la cantidad de trabajo pendiente. Y que hace falta dinero para hacer más
eficiente la justicia. Lo que hace falta, creo,
es un sistema judicial honesto dirigido por gente idónea, no por
políticos con toga y birrete protegiendo vulgares ladrones.
Hace
falta un Ministerio Público independiente encabezado por un abogado sin
compromisos partidarios ni vínculos con los depredadores y desfalcadores de los
bienes públicos. Hacen falta jueces capaces de condenar a los políticos desfalcadores
no importa cómo se llamen ni qué posición tengan o hayan tenido.
Hacen
falta fiscales y jueces probos, comprometidos con las leyes y la justicia, que
no sean miembros del Comité Central o el Comité Político del partido oficial,
que no sean amigos, socios o relacionados de funcionarios corruptos, como
sucede actualmente.
El
Partido de la Liberación Dominicana ha instaurado una dictadura constitucional
y mediática adueñándose de todos, absolutamente todos, los poderes del Estado.
Ha corrompido abogados, periodistas, médicos, contadores, ingenieros,
arquitectos, agricultores, alcaldes, regidores, diputados, senadores, sindicalistas,
empresarios, buhoneros, chiriperos, artistas clásicos y populares, dirigentes
de la “oposición”. Nadie se ha quedado sin bailar en la fiesta de la perversión
y el despilfarro. Unos más, otros menos,
de tal modo que pocos pueden lanzar la primera piedra.
Como
todos estamos en la misma fiesta, unos en el centro, otros en los laterales,
los poderosos, los que se roban 130 millones de dólares sin que nadie los
acuse, los que montan Fundaciones millonarias con el dinero del presupuesto
nacional, los que compran elecciones para reelegir el robo y el desfalco, se
burlan del resto impunemente.
A
esos delincuentes no hay un fiscal que lo investigue, ni un juez que lo
condene. Ellos están protegidos por guardias y policías, fiscales y jueces,
periodistas y medios de comunicación. Ellos están blindados. El sistema de
justicia los protege de todo mal. ¡Hasta del mal de ojo!
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