Si
el presidente de la República, en vez de llamarse Danilo Medina, se llamara
Hipólito Mejía, el nuevo modelo penitenciario estaría abarrotado de ex
funcionarios del gobierno de Leonel Fernández, incluyéndolo, pero con un
problema de gobernabilidad por razones políticas, económicas y sociales que lo colocaría al
borde del colapso.
Con
el blindaje económico más poderoso que un bunker de la Segunda Guerra Mundial,
más el control de la Justicia, el Congreso, la Cámara de Cuentas, entre otras
instituciones del Estado, incluyendo importantes medios de comunicación y
comunicadores, la mafia que controló el país durante los últimos ocho años, le
estaría haciendo la vida imposible al gobierno.
Hipólito
Mejía no quiso negociar impunidad por gobernabilidad pese a los múltiples intentos del ex
presidente Fernández en ese sentido.
Ese
pacto, impunidad por gobernabilidad, lo hizo, lamentablemente para el país y su
proceso de institucionalización, Danilo Medina.
Y hoy paga las consecuencias. A tal punto, que no ha podido, ni podrá,
“hacer lo que nunca se ha hecho”, por muy buenas intenciones que tenga. De
algún modo está atado de pies y manos para aplicar el artículo 146 de la
Constitución que combate la corrupción invirtiendo el fardo de la prueba.
Todavía,
a casi un año, Danilo no ha podido perfilar ni apuntalar su gestión. Aquel
maletín, el Estado, que creyó era una
fortuna, con más vergüenza que sorpresa, se dio cuenta, con el correr de los
días, que las “facturas por pagar” eran el resultado de la corrupción y el
saqueo de gente de su propio partido. Gente que en vez de estar ocupando
todavía cargos en el Estado, debería estar en la cárcel.
La
estructura orgánica del PLD la controla una mafia. La democracia interna fue secuestrada para impedir deserciones y críticas de la
reserva ética y moral que aún debe quedar en
ese partido. Danilo no puede, de momento, enfrentar a la OTAN del Comité
Político y el Comité Central aunque lo desee de corazón. Si quiere
gobernabilidad, debe esperar una coyuntura. Pero el tiempo no se detiene. Ya
pronto cumplirá un año en el Palacio Nacional. Antes del tercer año la campaña
electoral tomará la fuerza de un
torbellino.
La
crisis del PRD ha contribuido con la gobernabilidad. El PRD en manos
inequívocas de Hipólito Mejía estaría haciendo oposición de verdad. ¿Se
imaginan al presidente Medina enfrentando la oposición de un sector importante
del PLD encabezada por la mafia que controla la Justicia y el Congreso, más la
del PRD, al mismo tiempo, con la crisis
económica que dejó Leonel? El horno no estaría para galletitas.
Si
Danilo, al llegar al Palacio Nacional hubiera creado un nuevo gabinete, su
gabinete, y les da luz verde a los nuevos funcionarios para no ocultar los hechos
de corrupción, la mayoría estaría en los tribunales o en la cárcel. La
instrucción fue guardar silencio, “no mirar hacia atrás”, ni lanzarle ladrillos
al pasado. Es decir, borrón y cuenta nueva. ¡Impunidad por gobernabilidad!
¡Uff!
De
todos modos, el doctor Guillermo Moreno, de Alianza País, ha tenido el coraje
de someter a la justicia al ex presidente Leonel Fernández. La Fiscal del
Distrito rechazó, de golpe y porrazo, la querella. Pero Guillermo ha entregado el escrito de objeción al archivo
definitivo de la querella. Es un libro con más de 200 páginas lleno de pruebas
irrefutables suficientes no solo para una investigación, sino para el
sometimiento a la justicia del ex presidente y su posterior condena junto a sus
socios.
Esperemos
para ver hasta dónde llega la indignidad de la justicia en nuestro país.