Las luchas fratricidas han sido una constante en el PRD prácticamente
desde sus orígenes a pesar de los nobles ideales de justicia y libertad de sus fundadores, hace más de 70 años. Son
antológicas las pugnas entre líderes de la estatura de Juan Bosch, Juan Isidro
Jiménez-Grullón, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Jacobo Majluta, Peña
Gómez, Hipólito Mejía y Hatuey De Camps.
Sin embargo, ningún dirigente le
hizo tanto daño al PRD como Miguel Vargas. ¡Ninguno!
La diferencia es clara y definitiva: Aquellos no eran empresarios de
origen dudoso, ni de fortuna inexplicables al amparo del poder, ni desde el
poder. Unaparte de esos líderes eran intelectuales forjados en las luchas
populares en el país y en el extranjero,
como Bosch, Juan Isidro, Ángel Miolan, Cutubanamá, Salvador Jorge Blanco, Peña
Gómez, Milagros Ortiz Bosch, Marcio Mejía Ricart, para solo citar algunos. Todos, sin excepción, fueron, ante todo, los
que hicieron del PRD una organización poderosa con un arraigo popular como
ninguna otra fuerza política. A todos les dolía el PRD porque ellos en algún
momento de sus vidas eran el PRD.
Juan Isidro Jiménes-Grullón, que apoyó el golpe de Estado contra Bosch, de lo cual después se arrepintió, no
le hizo tanto daño al PRD como el que le ha hecho Miguel Vargas.
Juan Bosch, que en 1973 fundó el PLD no le hizo tanto daño al PRD como
el que le está haciendo Miguel Vargas.
Bosch se fue alegando que el PRD ya no
tenía razón de ser, que había cumplido su misión histórica. Tenía razones
políticas e ideológicas, no de dinero.
Peña Gómez, que se vio envuelto en luchas intestinas con muchos
compañeros, fue el más grande y el más poderoso de los líderes de ese partido.
Peña amaba a su partido tanto como amaba su patria. No hay dudas de que Jacobo,
Salvador, Hipólito, Hatuey, Milagros Ortiz, Fello Suverbi, Ivelisse Prats,
entre otros, han sido grandes
perredeístas independientemente de sus diferencias políticas en algún
momento.Coinciden en el amor al partido.
A Miguel Vagas no le duele el PRD. Por eso patea a todo el que no está
de acuerdo con sus desatinos. Ignora los estatutos. Se coloca por encima de los
organismos. Maneja los fondos del partido como si fueran suyos. Se une al
enemigo y se convierte en su sirviente, y termina traicionando al candidato de
su partido para que no llegue al poder.
A Miguel no le importa el PRD. Lo maneja como si fuera un punto
comercial, un centro cervecero o una casa de cita donde caben las más bajas
pasiones humanas. Miguel no es un demócrata, es un esbirro con alma de
dictador. No es un político. Es un hombre de dinero que lo ha malgastado en
política sin que nadie le haya pedido una explicación de su origen. Su fortuna es
el único barril sin fondo.
Como no es político, como no tiene formación política, ni ideológica, le
da tres pitos que el PRD viva o muera,
se divida o se destruya, llegue
al poder o se quede eternamente en la oposición. Ese no es su problema.
El daño que Miguel le hace al PRD
no se lo ha hecho nadie. Ni el Triunvirato en los años 60, ni Balaguer en los
70, ni Leonel en sus 12 años de gobierno corrupto. ¡Y no
estará feliz hasta que no lo destruya por completo!