El ex presidente Leonel Fernández
está compelido a desplegar una estrategia de negociación con la población que
le permita reconstruir su imagen de hombre probo y carismático.
Debe hacer un
esfuerzo de humildad, algo poco característico del peledeismo, sin que esto sea
una manifestación de derrota. Tiene que romper con la altanería pelediana si
quiere seguir siendo el único líder que cohesiona el sistema de partidos y
dueño absoluto de los poderes del Estado.
De lo contrario, el león, como se
ha hecho llamar en la fauna política criolla, será un obstáculo para la
gobernabilidad y su liderazgo global quedará debilitado. Independientemente de
que él suene para ocupar un puesto
relevante en la ONU o la OEA, o para reasumir la presidencia del país, necesita
la aprobación de la opinión pública dominicana.
Para eso se hace imprescindible recuperar y fortalecer su figura
política.
Los cuestionamientos por corrupción de que ha
sido objeto el ex mandatario y su
sometimiento ante los tribunales, han tenido incidencia en el seno de la
población; de hecho, han afectado su figura política y disminuido
su liderazgo. Lograr la construcción de una nueva imagen, implica la entrega de
por lo menos uno de los cuadros políticos que le acompañaron en su gobierno, o
a alguno de “los intocables” ricachones del Comité Político del PLD.
Fernández y los demás miembros de
su gabinete han salido airosos de los procesos abiertos en su contra. Eso no
significa que hayan salido victoriosos del cuestionamiento de que han sido
objeto, pues han recibido la condena
social. Nada más cierto que el refrán que reza “hay que saber nadar y guardar
la ropa”. Porque de hecho, en la
población queda la duda de si la justicia, los aliados políticos y hasta la
divina providencia se confabularon para que
los tribunales no encontraran fundamento en las demandas en su contra,
no obstante las evidencias que los incriminan, según algunos sectores de la
población.
Otros estarán convencidos de que
aunque Fernández es uno de los políticos que han demostrado mejor dominio de la
política dominicana, su gobierno ha sido uno de los más corruptos. Y si efectivamente
el ex presidente sigue anidando la aspiración política de volver a gobernar
debe, como ya hemos dicho, sacrificar alguna figura con estatura suficiente
para acallar a los grupos que hoy lo enfrentan y neutralizar el efecto de los
cuestionamientos.
Una negociación política en la
que Fernández aparente haber dado su brazo a torcer cuando solo cede una pieza
de su tablero político, es lo que más conviene a su proyecto. Si esto
ocurre, es muy probable que se recree un
escenario político en el que la población le brinde un nuevo voto de confianza,
máxime cuando no se vislumbran liderazgos con cualidades suficientes como para hacerle la competencia.
@GiseldaLiberato