Estás vivo a pesar del miedo y del terror de los fantasmas de la muerte, a pesar del silencio impuesto como castigo por los verdugos, a pesar del cerco económico que pretendió matar tu revolución, a pesar de la sangre derramada como venganza.
<b>¡Estás vivo, Comandante!</b>
¡Aun estás vivo!
Estás vivo a pesar del miedo y del terror de los fantasmas de la muerte,
a pesar del silencio impuesto como castigo por los verdugos,
a pesar del cerco económico que pretendió matar tu revolución,
a pesar de la sangre derramada como venganza.
A pesar de las tormentas y los huracanes del imperio.
¡Estás vivo, Comandante!
¡Aun estás vivo!
¡Qué osadía, Comandante!
Estás vivo en el tiempo y la distancia, Comandante.
Nadie podrá borrar tu imagen tallada con fuego de metralla en el
Moncada,
Nadie podrá borrar tus huellas de la Sierra Maestra burlaste la muerte
mil veces
en combates desiguales.
Nadie podrá borrar tus botas de gigante en Bahía de Cochinos,
Nadie podrá quitarte el fusil de justicia que usaste para darle paso al
porvenir.
Nadie podrá apagar tu voz
gritando “¡Patria o Muerte, Venceremos!”
¡Estás vivo, Comandante!
¡Aún estás vivo!
¡Claro que estás vivo, mi Comandante!
No pudieron matarte los enemigos de la esperanza,
Ni los asesinos de la risa de los niños,
Ni los sicarios con sus bombas de trueno,
Ni los verdugos que te asecharon en cada esquina.
No pudieron matarte, Comandante.
¡No pudieron!
Ya es tarde, Comandante.
Ya no pueden matarte.
Ya no pueden tocarte los malvados,
Ya no pueden acribillarte los asesinos del rayo.
¡No pueden!
No hay bala que pueda atravesar tu escudo de acero.
Eres inalcanzable para la muerte, Comandante.
Tus enemigos no saben que naciste para no morir.
No saben que la muerte es para los mortales,
Solo para mortales.
Y tú, mi querido comandante, no
eres mortal.
La muerte no es una opción para ti.
¡Nunca lo fue!
Tú naciste para vivir más allá de los presagios,
más allá de las cárceles y sus barrotes miserables,
más allá del cañón que te disparó al pecho buscando el corazón,
más allá del acoso y de la traición de los cobardes,
más allá de la mentira y el engaño de los canallas.
Tú naciste para no morir, mi comandante.
De otro modo ya estarías muerto, enterrado y olvidado.
Tú vives y vivirás en la conciencia de los pueblos del mundo.
En cada hombre, en cada mujer, en cada niño, en cada libro.
En cada revolución armada.
En cada utopía revolucionaria
En cada sueño revolucionario
En cada ideología revolucionaria.
Porque tú eres la revolución, Comandante.
El fusil de la emancipación popular.
Tú eres el camino.
La luz que conduce a la victoria.
Por eso estás vivo, mi Comandante.
¡Vivo para siempre, Comandante Fidel Castro!