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“Un
menor de 15 años mata a su padre de una puñalada en el tórax”, “Un menor de 9 años se suicida ahorcándose,
apenado por la muerte de su padre”, “Menor mata a su hermanito de manera
accidental”, “Hombre mata a su hermano en un
duelo por el amor de una mujer”, “Adolescente se suicida luego que su
madre la regañara por sacar bajas notas en la escuela”.</b>
Los
titulares anteriores corresponden a las tantas informaciones a que nos tienen
acostumbrados los medios de comunicación. Se trata de una morbosidad mediática,
asqueante, que modifica los patrones de conducta de una población indefensa que
amerita respeto y protección.
La
morbosidad es tan perversa que esos medios, al parecer, se deleitan publicando
cadáveres ensangrentados que con solo verlos causan escalofrío en el lector.
Obviamente, es un factor que viene dándose desde hace años y que incide mucho
en la violencia intrafamiliar y el trastorno de ansiedad.
Este
tema ha sido comentado en varias ocasiones por médicos, psicólogos y
psiquiatras, que sin embargo no han podido reducir el índice de muertes en el país
por la vía violenta, especialmente los suicidios entre niños, niñas y adolescentes.
Así, se publican cifras escalofriantes e incluso se comentan las causas de dan
margen a esas tragedias sociales. No obstante, no tienen solución a este
problema.
Recientemente,
la Sociedad Dominicana de Siquiatría puso en alerta al país diciendo que “el
incremento en los trastornos de ansiedad incide en el aumento de la violencia
intrafamiliar y en los intentos de suicidios, sobre todo, en adolescentes”. Ese
análisis lo he visto varias veces. Son teorías que se repiten en seminarios y
siempre quedan en el vacío, mientras el fenómeno continúa su agitado curso.
Empero,
hay un dato que debe conmover a las autoridades encargadas de proteger la
higiene mental de los ciudadanos. Los psiquiatras
han establecido que el trastorno de
ansiedad es la primera causa de consulta
en salud mental, y la misma afecta al 30% de las mujeres y al 19% de los
hombres. Les falto agregar como factores de alto riesgo el desempleo, la
desigualdad social, desbalance económico y faltas de oportunidades para la
educación.
Uno
de estos especialistas, Hamlet Montero, explicó que la conducta rebelde y la
vida sexual desordenada en gente joven, está relacionada con esa patología y
que en el caso de los conflictos de pareja, el padecimiento, cuando es mal
manejado, puede degenerar en una tragedia que termine en la muerte de uno de los dos, o la de ambos.
La
psicóloga Fior Solis fue la que toco a profundidad este fenómeno, cuando
expreso lo siguiente: “Hay imágenes en los medios de comunicación que crean
estrés pos traumático. Hay que manejar con mucho cuidado las informaciones
sobre temas desagradables, tomar en cuenta la sensibilidad de la gente y cómo
puede perjudicarse, porque podría estar en un momento difícil y tomar una
decisión fatal”.
La
siquiatra Ivelisse Acosta precisó que las mujeres son más vulnerables a la
ansiedad por factores sicosociales y biológicos que las hacen sufrir ataques de
pánico, angustia, trastorno obsesivo compulsivo y fobias diversas.
Lo
importante de todo esto es determinar hasta donde es posible que los medios de
comunicación puedan contribuir al saneamiento mental y a la reducción de la
violencia intrafamiliar.
Creo
necesario que los directores de medios participen en estos debates. Tal vez
comprendan el efecto que causa al ciudadano publicar imágenes que perjudican la
salud mental.
Recuerdo
que el último terremoto que azoto a Japón mato muchas personas, pero los medios
nunca mostraron cadáveres. Es solo un ejemplo de cómo proteger la salud mental
de la población. ¿Es difícil imitar ese ejemplo?