<b>En el siglo XVI
mediante el concilio de Trento, la iglesia católica implementa el celibato
sacerdotal, una imposición religiosa que obliga a los sacerdotes alejarse de la
vida secular y los deseos carnales para seguir los designios de Dios.</b>
Muchos religiosos
ortodoxos entienden que esta práctica garantiza que el hombre viva pleno y
realizado, por ello el budismo expresa que, el sufrimiento del mundo es
producto del apego y en dicho sentido el casarse no está contemplado dentro de
ese camino de desprendimiento, sin embargo resulta un tanto confuso entender
que la iglesia católica la cual predica al ser humano a vivir en el seno
familiar, sea la misma que plantea que el celibato es el mejor estilo de vida
para cumplir con los mandamiento de Dios.
Esta contrariedad
si se quiere obliga a los feligreses a
entender que existe en el mismo seno de sus creencias una yuxtaposición
evidente de que no siempre quien dirige es quien tiene la razón.
<font size="3"><i><b> Para que un hombre viva en anuencia con lo que
Dios quiere no es necesario alejarlo de su naturaleza y obligarlo a tomar
decisiones involuntarias a su causa,
porque el mismo Dios a través de su palabra dice que los individuos
viven conforme al principio de vida que establece que el hombre nace, crece, se reproduce y muere.</b></i></font>
Lo que indica que
la acción de la iglesia mas que ortodoxa es profana, castigan a los hombre de vocación
a vivir una vida aislada y extinta de
los deseos que por naturaleza todo ser humano posee, propiciando que conforme pase
el tiempo sean menos los que se integren a la vida religiosa que practica estos
principios.
Por su parte, El sacerdocio cristiano como
evolución conceptual de las comunidades cristianas de los primeros siglos de
nuestra era no contempla ni bíblica ni tradicionalmente el celibato como
precepto obligatorio para la condición del sacerdote. Como un movimiento nacido
en el seno del judaísmo, el cristianismo ve la reproducción humana como
precepto divino, sin embargo, surgen varias novedades que lo distinguen. Si
para el judaísmo bíblico la no procreación era signo de maldición o castigo,
para el cristianismo dicha perspectiva puede ser asumida desde otra posición
cuando la no procreación es por opción religiosa. El cristianismo primitivo,
quizá por una influencia helénica, crea una cierta dicotomía entre la dimensión
espiritual y los que «viven según la carne. A diferencia del Buda, Cristo no plantea el celibato como medio obligado
para alcanzar la meta divina. Por el contrario, utiliza múltiples figuras que
corresponden plenamente la cosmogonía semita, la cual apoyada en pasajes bíblicos
muestra que para Dios el matrimonio es uno de los sacramentos más importantes
para la persona porque este además de establecer un compromiso de vida permite
que los individuos reproduzcan su raza obedeciendo a lo que su padre y creador
manda.
“Tissot, reproduce
un manuscrito anónimo que recibió e hizo público en el año 1894, y que, entre
otras cosas, dice, comentando, esta frase de la Biblia, las palabras no son
textuales aunque sí la idea:
“Nadie vive aislado
en este mundo, cuando Dios estableció las leyes de la vida, no proclamó sólo la
ley de un crecimiento individual, sino que proclamó la ley de su multiplicación
social.
De igual forma en Génesis capitulo uno versículo
28 dice:Y
los bendijo Dios y les dij Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y
sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y
sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.
Las Sagradas
Escrituras (1569) por su parte establecían lo siguiente:
Más vosotros
fructificad, y multiplicaos; y andad en la tierra, y multiplicaos en ella.
En virtud de esta
ley el individuo tiene el poder y el deber de desarrollarse. Este privilegio de
crecer y multiplicarse, que se realiza desde el primer punto de partida de toda
vida humana, se aplica a toda propagación de vida natural y sobrenatural. Y de
hecho Dios, no ha querido las relaciones humanas sino con la mira de la
multiplicación de la vida.
<b><i><font size="3">Los pasajes bíblicos
evidencianque el problema no es el celibato en sí mismo sino la sensación de
que debe ser obligatorio, toda la vida y forzando al sacerdote a crear una
lucha interna de seguir los principios de la iglesia o responder al deseo de la
carne, una cuestión que lo lleva a vivir en una doble moral, pues todo acto
sexual es considerando una violación al celibato.</font></i></b>
Forzar a los curas
reprimir sus deseos o esconder su comportamiento sexual solo ha causado
prejuicios y los obliga a vivir sumergidos en una batalla interna en contra de
sus propios deseos naturales.