<b>WASHINGTON, 9 de octubre de
2013 – Por primera vez, las
monedas de América Latina y el Caribe (ALC) están absorbiendo algo del impacto
derivado de un entorno global menos favorable, de acuerdo al último informe de
la Oficina del Economista en Jefe del Banco Mundial para América Latina y el
Caribe, La desaceleración de América Latina y el tipo de cambio como amortiguador. </b>
Las monedas depreciadas no solo reducen el costo de las exportaciones, también
elevan el costo de las importaciones, haciendo que las industrias domésticas y
de exportación se vuelvan más competitivas, generando más puestos de
trabajo.
ALC, junto a otros mercados emergentes, está ingresando
en una nueva etapa de menor crecimiento, a medida que el considerable viento a
favor de los últimos tiempos continúa amainando. Una mayor volatilidad en los flujos de capital y en
el precio de los activos también está llevando a las economías emergentes a una
desaceleración.
Las tasas de crecimiento en
los países de ingreso medio de Europa oriental, Asia oriental y ALC, así como
en China, disminuyeron en unos 3 puntos porcentuales desde su pico en 2010
hasta el día de hoy. En el caso de ALC,
la tasa de crecimiento cayó de un 6 por ciento en 2010 a un 3 por ciento en
2012, estimándose en 2,5 por ciento para 2013 con una predecible heterogeneidad
dentro de la región.
Las estimaciones de
crecimiento para 2013 van de tasas iguales o menores a 1 por ciento en el caso
de Jamaica y Venezuela, a tasas “asiáticas” de crecimiento, como 5,5 y 8 por
ciento para los dos países de la región con mejor desempeño en la última
década, Perú y Panamá, respectivamente. Por suerte, un buen número de países de
tamaño medio en ALC (Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y Uruguay)
crecerán por encima del promedio regional, con tasas de crecimiento de entre 3
y 4 por ciento. Desafortunadamente, los gigantes regionales, Brasil y México,
crecerán por debajo del promedio; el crecimiento de México caerá por debajo de
2 por ciento a pesar de la ola de reformas que se están llevando a cabo y que
infunden optimismo en los inversores.
Pero este bajo crecimiento,
junto con un entorno global menos favorable, no se traducirá, como advierten
los escépticos, en el tipo de angustia financiera de los años 90, concluye el
informe.
“Si se analiza la
capacidad de las economías regionales de sobrellevar los efectos de un entorno
internacional menos favorable, uno se da cuenta que los días en que depreciar
la moneda terminaba en desastre son prácticamente cosa del pasado”, dijo Augusto
de la Torre, Economista en Jefe del Banco Mundial para América Latina y el
Caribe. “Es por esto que creemos que es equivocado analizar la tendencia
actual con los ojos del pasado y asumir que América Latina inevitablemente
caerá en las mismas trampas de antes”.
En la década de 1990, los
ajustes del tipo de cambio como los observados en los últimos meses hubieran
resultado en inflación elevada y angustias financieras debido a grandes deudas privadas y públicas en
moneda extranjera. Esta situación cambió de manera dramática en la década de
2000, de acuerdo al informe, gracias a dos importantes cambios estructurales:
desdolarización y regímenes monetarios más creíbles.
Es así como las
depreciaciones contractivas de los noventa se convirtieron en depreciaciones
amortiguadoras en los 2000, con una baja incidencia en la inflación, ahora
anclada por las metas de los banco centrales.
Si bien los países de ALC
con regímenes monetarios flexibles representan entre el 70 y el 80 por ciento de
su población y PIB, un número significativo de países en América Central y el
Caribe son demasiado pequeños y abiertos como para llevar a cabo una política
monetaria independiente. Otros países en
América del Sur, como Bolivia, sin la flexibilidad financiera, están menos
expuestos gracias a un fuerte ahorro fiscal.
El informe plantea que la reciente
ola de escepticismo no es justificada. Los avances sociales registrados por ALC
en la última década —unas 70 millones de personas salieron de la pobreza
mientras que alrededor de 50 millones se unieron a la clase media— son muy
tangibles y difíciles de revertir. Entre los factores que justifican el
optimismo se encuentran la vigorosa expansión de la inversión (a niveles de
Asia oriental), el reemplazo de inversiones de cartera a corto plazo por
inversión extranjera directa y un ambiente regulador más estricto.
A futuro, dice el informe, ALC
necesitará enfocarse en mejorar la productividad para asegurar un crecimiento
sólido ahora que los vientos a favor se debilitan. Hacerlo requerirá corregir
déficits estructurales como aquellos existentes en la infraestructura o la
educación. La buena noticia es que la depreciación de las monedas de ALC que
probablemente acompañe los cambios actuales en el entorno externo debería
servir como un amortiguador de corto plazo para poder planificar a largo plazo.