<b>Cuatro décadas es relativamente un tiempo razonable para madurar, crecer, desarrollarse, expandirse y establecerse en cualquier actividad humana. Por lo menos, duplica en tiempo y espacio la célebre expresión de Carlos Gardel, de que “20 años no son nada”.</b>
La Universidad Central del Este (UCE), fundada el 15 de octubre del 1970, ha servido para muchas cosas y no tan solo -como muchos pensarán- en formar a miles de profesionales nacionales y extranjeros en diferentes áreas del saber.
Esa institución ha sido una especie de locomotora de la actividad económica de San Pedro de Macorís, ciudad donde tiene su sede principal, y también de la región oriental de cuyas comunidades han venido centenares de estudiantes en busca de la superación y tratando de alcanzar un espacio social y distinción profesional.
Alrededor de tres mil millones de pesos anualmente moviliza la UCE en la provincia de San Pedro de Macorís, producto de la matriculación de sus estudiantes especialmente los extranjeros. Aquí, han venido a estudiar jóvenes de África, Europa, Suramérica y mayormente de Estados Unidos y Puerto Rico.
Con la crisis de la UCE sufre el comercio local, en particular los supermercados; sector inmobiliario, los transportistas, incluido el sistema de moto concho y negocios de bebidas y alimentos, quienes ya aprecian una reducción de sus actividades comerciales.
Resulta penoso que la UCE conmemore un nuevo aniversario en medio de un escándalo que afecta sensiblemente su imagen y proyección. Sus autoridades a la cabeza del rector, José Hazim Frappier, están en el deber de dar a conocer a la opinión pública nacional e internacional lo que realmente ocurrió con su escuela de medicina y la suspensión de las becas que otorgaba el gobierno de Estados Unidos a miles de estudiantes procedentes del Estado de la Florida y de Puerto Rico.
Si realmente se desea superar ese lamentable cuadro hay que dar la cara suministrando la información verdadera de lo ocurrido.
Hasta el momento, por lo menos públicamente apenas se conoce la posición del rector cuando en un comunicado difundido en los medios de comunicación del país, dijo que “por el momento la Escuela de Medicina dejó de ser elegible para el programa de préstamos federales de los Estados Unidos porque no se cumplió el requisito de que por lo menos el 75% de los estudiantes o los graduados pasen con éxito el examen que toman al cumplirse cada una de las tres etapas de la carrera.
Esta situación no afecta a las demás carreras de la institución. Los estudiantes extranjeros afectados con la medida, en su mayoría puertorriqueños, recibieron una carta en agosto pasado que indica que tan pronto la Escuela de Medicina pierda su elegibilidad para seguir participando en el Programa Préstamos Directos (“Título IV”) del Departamento de Educación de los Estados Unidos, ellos no recibirán ayuda financiera del referido programa para cubrir su matriculación, plan médico y gastos de manutención”.
Sin embargo, entre estudiantes, profesores y diversos sectores sociales de San Pedro de Macorís hay muchas versiones que contradicen ese planteamiento de las autoridades de la UCE.
En efecto, existe el convencimiento que real y efectivamente la crisis ha sido generada por la forma centrista en que es manejada la academia, creando ciertas “islas de poder” al margen de lo institucional.
El doctor Hazim Frappier tiene que entender que en estos tiempos es imposible conducir una academia de estudios superiores como una especie de feudo familiar, al margen de un organismo rector superior que oriente y aplique las políticas docente, administrativa, financiera y operativa.
En ese sentido, hay que darle la oportunidad a los recursos humanos salidos de las propias aulas de la UCE, algunos con niveles de especialización y maestrías realizadas en el exterior. El cuerpo docente tiene que ser mejor pagado y cada día más profesionalizado.
Muchos de los problemas surgidos en la UCE ahora y anteriormente, han sido motivado por “expertos extranjeros” contratos con elevados salarios, que ni siquiera han respondidos a mínimamente a las expectativas.
En el caso más reciente, el decano de la Facultad de Medicina, Guillermo José Wazar, a quien se responsabiliza internamente del “escándalo” abandonó súbitamente el país sin conocerse su paradero. Se cree que estaría vinculado a una especie de mafia interna que expedía títulos de doctor en medicina a muchos extranjeros a cambio de altas sumas en dólares.
Las autoridades estadounidenses habrían detectado esa situación a partir de los exámenes de niveles a que eran sometidos los becados extranjeros al regresar a Estados Unidos, y comprobarse la deficiencia de su preparación académica para ejercer la compleja y delicada carrera de medicina.
Lo cierto es que la actual crisis institucional que afecta a la UCE, ya comienza a llevar intranquilidad entre su personal porque muchos han sido cancelados; otros pensionados y lo más afortunados han tenido que aceptar reducción de sus salarios. Inclusive, las becas a estudiantes dominicanos, que eran subvencionadas con los recursos aportados por la matriculación de los extranjeros, han sido reducidas y se han establecidos nuevas normas para su entrega.
Lamentablemente, y una vez más los pobres estudiantes de la UCE, los que no pueden pagar treinta mil pesos trimestrales de inscripción tendrán que cargar con los platos rotos que otros destruyeron.
Parecería que el Estado tendría que intervenir para corregir el cuadro interno que presenta la UCE, sobre todo porque se anticipa una nueva crisis en su cúpula de dirección ante un litigio familiar que ya está en los tribunales.
Qué forma tan lamentable de celebrar los 43 años de existencia de la Universidad Central del Este (UCE), de verdad que sí.