Lo mejor que nos ha ocurrido en estos días
es que se ha encendido el espíritu de la
dominicanidad, independiente del
bullicio que ha pretendido apabullar la racionalidad hay un país demostrando
capacidad y disposición para defender su soberanía en cualquier escenario.
Proclamamos nuestra separación de Haití la
noche gloriosa del 27 de Febrero de 1844 y frente a todas las invasiones con
las que se pretendió anular esa determinación
demostramos que lo único que somos y queremos ser es dominicanos, que ya
se lo había advertido a los españoles José Núñez de Cáceres, veintidós años
atrás, aunque tanto él como Duarte eran de padres catalanes, el ser que había
prendido en ellos no obedecía a los designios de España.
En dos oportunidades se han metido a
nuestro territorio los soldados estadounidenses, y no han llegado a otra
conclusión que no sea que en este país lo que hay es dominicanos que quieren
ser regidos por dominicanos, y que esa nación establece cuáles son las reglas
de la dominicanidad de conformidad con la cultura y la historia dominicanas.
Pero así como nos estamos levantando para
defendernos de cualquier ataque y rechazar intromisiones, debemos unirnos para
proclamar nuestras prioridades y llevarlas adelante.
El gobierno de Danilo Medina, el primero
que integra una misión del más alto nivel para acudir a un escenario
internacional a defender a la República Dominicana, mostrar su espíritu de
diálogo, su apego a las leyes y al respeto de los derechos humanos, dejando
claro que no atemorizan amenazas ni
declaraciones temerarias de gente que no
quiere entender que tenemos vocación para la solidaridad, que creemos en la
integración, pero lo que Juan Pablo Duarte quiso para nosotros, lo que nos legó
con su sacrificio no está en la mesa de negociaciones.
Ese gobierno debe dar mensajes similares en
otras áreas que son fundamentales, porque no es cierto que los que queremos ver
a la República Dominicana sin un 30% de su población viviendo en la indigencia,
pensamos que eso se resuelve solo con la regulación de migración haitiana, ese
es un componente que al controlar la presencia de mano de obra ilegal apreciará
más la mano de obra dominicana y la extranjera legalizada y mejorará la calidad
de vida de los trabajadores, pero es cierto que hay que desarrollar otras
áreas.
En su campaña Danilo Medina prometió hacer
el turismo la gran locomotora del desarrollo y el sector tiene potencialidad
para eso, pero si no se controla el flujo de haitianos hacia el territorio nacional,
que no se hable de mejoría de nada, todo será pérdida de tiempo, ni parámetros
de salud, ni de escolaridad, ni de ingresos, todos son irreales.
Y es oportuno el momento en que el Estado
llega a la fase final del proceso de licitación para la construcción de dos
plantas de generación electricidad a carbón, para que deje claro que en los
temas que atañen al desarrollo de la nación no hay chantaje que pueda detener
su ejecución.
Más transparente no puede haber sido el proceso
que habrá de revelar en los próximos días cuál ha sido la empresa ganadora de
la licitación, entre las cuatros que calificaron después de un riguroso proceso
de preselección.
Danilo Medina no quiso correrse el chance
de que intereses sectoriales moldearan el proceso, por lo que apeló a un árbitro
internacional impenetrable para conducirl Stanley Consultants, un siglo de
experiencia.
Fundada en 1913 con el nombre de Consulting
Engineering/Architectural, cuenta con 1,200 miembros y está ubicada en 20 ciudades
de los Estados Unidos y en nueve ciudades en diversos países.
Su vicepresidente senior, Steven J.
Schebler, destacó un detalle que resulta
importante para verificar la imparcialidad de la Stantey: “Nuestra empresa es
propiedad de sus socios y no tiene vinculación alguna con otras empresas. Desde
1913 hemos realizado más de 25,000 compromisos separados y diversos en 103
países, que han involucrado a miles de clientes”.
Lo que salga de ahí es transparente y
riguroso.