<b>En la República Dominicana se hace urgente volver a promover la cultura de paz que entre las décadas del ochenta y noventa estuvo propiciando la representación local de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).</b>
Fue un esfuerzo orientado a llevar mensaje de paz a sectores barriales así como a estudiantes y profesores de Santo Domingo y de otras localidades del país a través de charlas, presentaciones artísticas-culturales y video cuyo contenido central era crear conciencia sobre la importancia y necesidad de convivir en un espacio social separado de la violencia física y emocional.
Estuve entre los colaboradores de esa valiosa iniciativa impartiendo charlas, escribiendo en los medios de comunicación y asistiendo a eventos internacionales donde se promovía la cultura de paz.
Lamentablemente esa iniciativa fue abandonada por las autoridades de la UNESCO en el país, alegando falta de recursos económicos.
El ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez, conjuntamente con los representantes de ese organismo, cuya sede central está ubicada en Paris, Francia, debería retomar la aplicación de ese proyecto en un momento en que la sociedad dominicana se siente acongojada por la violencia
verbal y física.
Hay que trabajar no tan solo con los representantes de clubes y organizaciones comunitarias como antes se hacía, sino que ahora hay que incluir de manera preponderante a los medios de comunicación, donde se cobijan personas con temperamentos violentos, autoritarios y que pretenden imponer sus puntos de vistas de manera avasallante.
Desde tempranas horas de la mañana y todavía al caer la noche la sociedad dominicana se ve forzada a convivir con “profesionales de la comunicación” que apelan a un lenguaje extremadamente violento, descompuesto, irrespetuoso y cargado de odio y resentimiento. ¡Oh pero qué contradicción!, se trata en muchos casos de personas que pasaron por una Escuela de Comunicación a nivel Superior, pero que sin embargo, su capacidad de raciocinio y expresión oral lo ubican en un espacio de conocimiento de un simple bachiller de poca monta.
Para ellos no importa la dicción, fluidez y entonación, el trípode esencial al momento de hablar en un medio de comunicación o a un público determinado. Pero tampoco, les importa exacerbar a la ciudadanía, llevar intranquilidad, crear más estrés, violencia e irrespetar a quienes dicen representar a través de la radio o la televisión.
Reiteradas veces el lenguaje empleado es extremadamente pobre, sin sentido y violatorio a las normas más elementales de la gramática.
Por fortuna y gracias a la tecnología existe el control remoto que simplemente accionando nuestra mano podemos sacar de pantalla a personas que lejos de informar y orientar debidamente están desinformando y manipulando impunemente a la ciudadanía.
Ningún texto de comunicación aconseja ofender e imponer nuestros criterios personales por encima del interés colectivo, ni mucho menos a utilizar palabras impublicables en un medio de comunicación de masas. Ese terrible e indecente lenguaje lo único que hace es embrutecer más a los y las dominicanas; a alienar e idiotizar al pueblo y por supuesto a generar mayor violencia.
¿Qué se busca con el uso de un lenguaje tan hiriente y altamente agresivo al momento de comentar algún hecho noticioso nacional o internacional? ¿Acaso esos deslenguados de la comunicación creen que todos somos idiotas para estar obligados a escuchar sus desinformaciones?
En realidad, preocupa que en República Dominicana la calidad del mensaje emitido en los medios de comunicación, particularmente en la radio y la televisión haya descendido a niveles tan bajos. Gran contradicción que en plena época de la expansión de la industria comunicacional mundial y de las estructuras tecnológicas, estemos escuchando en el país tanta basura.
Estoy entre los que piensan que el objetivo central es distraer y confundir aún más a las grandes masas para así someterlas con mayor facilidad a la obediencia que impone el sistema; para que no tengan la capacidad mínima de raciocinio y de poder revelarse ante tantas injusticias, abusos y maltratos de que son víctimas diariamente los desamparados de la fortuna.
Un pueblo inculto y manipulado por los contenidos de los mensajes difundidos en las estructuras mediáticas es mucho más fácil de controlar y gobernar tanto aquí como en cualquier otra parte del mundo.
Obsérvese que lo predominante actualmente es el mensaje light, es decir, ligero, con escasa base interpretativa y especialmente poco cuestionadora.
En República Dominicana hay comunicadores que frecuentemente apelan al uso de expresiones cargadas de violencia y “jocosidades” que lejos de provocar risas, generan indignación y repulsa. La espontaneidad y capacidad de humor del dominicano se ha ido reduciendo progresivamente para caer en un comportamiento violento representado con expresiones como “te exploto”, “sácalo del aire”, “eres un come eme” entre otras.
Y nos preguntamos: ¿No habrá una relación directa entre el aumento de los feminicidios en el país y esa violencia verbal y gesticular que diariamente escuchamos y observamos en la radio y televisión?
Se impone volver a promover una cultura de paz masivamente entre la población para que podamos vivir en una sociedad donde predomine la convivencia, tolerancia y el respeto entre todos.
DiarioDigitalRD