El dictador Rafael Léonidas Trujillo Molina nunca tuvo intenciones de parar la migración haitiana y por el contrario estimuló el flujo migratorio fronterizo, primero para beneficiar a las compañías azucareras norteamericanas de las cuales había sido empleado, y luego para sacar ventajas de la mano de obra barata haitiana cuando compró los ingenios azucareros.
Así lo revela el periodista Pastor Vásquez Frías en el libro “Exod Un siglo de Migración haitiana hacia República Dominicana”, una obra en la que se informa sobre la presencia de migrantes haitianos en territorio nacional.
El autor dice que para 1935, cuando Trujillo tenía sólo cinco años en el poder, ya había permitido la presencia de 60 mil haitianos en el país.
Asegura que la matanza de 1937 no fue con intenciones patrióticas con fines de parar la migración, pues ese brutal genocidio sólo se cometió en cierto puntos de la frontera y no alcanzó los otros lugares poblados por haitianos.
En el libro “Exodo”, Vásquez lamenta que muchas personas estén presentando la matanza del 37, el cual califica como un hecho horroroso, para presentar a Trujillo como un patriota, pero que los documentos demuestran que el dictador fue el principal empleador de mano de obra haitiana y que además permitió el tráfico de haitianos por la frontera para suplir la mano de obra de los ingenios del Estado y los privados.
Narra que en 1952 Trujillo firmó el acuerdo para la contratación de braceros haitianos con el Presidente haitiano Paul Magloire y que ese acuerdo preveía la repatriación de los inmigrantes al terminar la zafra, pero que intencionalmente el Gobierno dejaba una gran parte de esos jornaleros en la República Dominicana para evitar los gastos de repatriación.
El censo de 1935, encontró que vivían en el país alrededor de 60,517 haitianos, sobre un total de 1,406.347 dominicanos.
“Durante el gobierno de Elie Lescot, la industria azucarera tuvo dificultades con la mano de obra, por las restricciones que impuso el gobernante haitiano, pero los inmigrantes seguían llegando. En el 1950 sube al Poder el coronel Paul Eugenio Magloire, quien cultivo una cierta amistad con Trujillo”, subraya.
Prosigue diciendo en su libro Vásquez “fue así como el cinco de enero de 1952 los dos mandatarios firmaron el primer acuerdo para la contratación de jornaleros temporales haitianos que vendrían a trabajar en la industria azucarera. Para la concertación del convenio Trujillo designó a los señores Virgilio Díaz Ordóñez, Secretario de Estado de Relaciones Exteriores y Culto, y al licenciado Manuel Joaquín Castillo, Secretario de Interior y Policía.”
En el libro Éxodo, Vásquez expresa que en su libro narra un episodio no conocido en la bibliografía dominicana y es la ayuda que prestó el pueblo haitiano a los dominicanos tras la destrucción que causó el ciclón San Zenón en 1930.
“El 3 de septiembre de 1930 a sólo unos días de haber asumido el General Rafael Leónidas Trujillo Molina la Presidencia de la República, un terrible huracán, que fue conocido en la historia con el nombre de San Zenón destruyó la ciudad de Santo Domingo”, cita Vásquez”.
“El día cuatro el Congreso emitió una ley en la que suspendía las garantías constitucionales y daba plenos poderes al Presidente Trujillo para tomar las medidas que fueren necesarias para socorrer al pueblo en esta difícil situación”, agrega.
Narra que en Haití gobernaba el intelectual Louis Eugène Roy, como Presidente Provisional, estando ese país todavía bajo la ocupación norteamericana y frente al desastre que sembró el luto y la destrucción en la sociedad dominicana, los haitianos tuvieron una actitud solidaria digna de los mejores elogios.
“En el número 12256, del seis de septiembre de 1930, el periódico “Le Novuelliste”, traía la siguiente información: con el título “Desastre de la capital hermana” “Santo Domingo casi destruida… Se cuentan ya 300 muertos y 900 heridos. El puente sobre el Ozama está destruido. El Gobierno haitiano tomó disposición para enviar los primeros auxilios”.“Un camión partió esta tarde con medicamentos y oficiales haitianos”, indica.
Reseña que al día siguiente el mismo periódico titulaba: “A socorrer a nuestros hermanos dominicanos”. “La Sección de la Cruz Roja Dominicana ha enviado ayer a la Sección de la Cruz Roja Haitiana el siguiente despach Un terrible ciclón ha destruido la capital de la República. Imposible de contar los muertos. Más de 20 mil personas están sin casa. Demandamos ayuda” (Le Nouvelliste, No.12257, 7 de septiembre de 1930).
Narra Vásquez en el libro “Exodo” que Trujillo siguió el mismo juego de contratar jornaleros haitianos cuando se inició el Gobierno del dictador Francois Duvalier, con quien el dictador dominicano firmó un pact
El autor, quien es periodista y diplomático dominicano, asegura que el doctor Joaquín Balaguer también estimuló la migración, y dijo que cuando toma el poder en 1966, tras el derrocamiento de Juan Bosch y la posterior revolución de abril de 1965, la cantidad de haitianos que divagaban en los campos cañeros dominicanos era inmensa.
Las empresas azucareras, la mayoría del Estado, nunca se preocuparon por un real proceso de repatriación al término de la zafra azucarera.
“El Acuerdo de 1952 expiró en 1958, pues así lo estipulaba el artículo 17. Sin embargo, las contrataciones se siguieron haciendo en base a ese convenio hasta noviembre de 1966 cuando los Gobiernos del doctor François Duvalier y Joaquín Balaguer firmaron, en Puerto Príncipe, un acuerdo para la contratación de jornaleros temporeros.” “Para la firma del acuerdo fueron designados, por la parte dominicana el doctor Manuel E. Guerrero Pou, Embajador de la República Dominicana en Haití, y por la parte haitiana el Ministro de Asuntos Extranjeros, René Chalmers, y el Secretario de Trabajo, Max Antoine”.
El libro Éxodo fue publicado por la editora Santuario, cuenta con 463 páginas y recorre toda la historia de la migración haitiana hasta nuestros días. Al final contiene un epílogo con la sentencia168 del Tribunal Constitucional.