<b>MIAMI, Florida, 5 de diciembre de 2013 – América Latina y el Caribe es una región de emprendedores. La tasa
per cápita de propietarios de negocios es mayor que en otras regiones con
niveles de ingreso similares. Aún así, y según un nuevo informe del Banco
Mundial, “El emprendimiento en América Latina: muchas
empresas y poca innovación”, el futuro de la región dependerá de
alcanzar un número mayor de emprendedores “transformacionales” que en la
actualidad.</b>
De acuerdo al informe, prácticamente uno de
cada tres trabajadores en la región es autónomo o un pequeño empleador y
contrariamente a lo que se cree popularmente, la proporción de empresas
registradas formalmente también es comparativamente grande. Pero pocos de estos
emprendedores llegan alguna vez a contratar un trabajador. La mayoría siguen
siendo muy pequeños incluso tras décadas de operación.
“El
hecho de que existan tantas empresas pequeñas puede ser el síntoma de un
desequilibrio dañin demasiados firmas con poco potencial de crecimiento y una
escasez de lo que llamamos emprendedores ‘transformacionales’, que son
esenciales para la generación de puestos de trabajo de calidad y el aumento de
la productividad”, dijo Augusto de la Torre,
Economista en Jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, quien
presentó el informe durante un evento patrocinado por The Wall Street Journal hoy aquí.
“Cuando comenzamos a explorar este desequilibrio encontramos detrás de
él una insuficiente motivación para innovar en la región entre las firmas
grandes, que son precisamente aquellas que necesitan crecer para generar buenos
empleos”.
De acuerdo con el informe, un emprendedor
exitoso es aquel que transforma las ideas en empresas comerciales rentables —un
proceso que requiere la capacidad de innovar, introducir nuevos productos y
explorar nuevos mercados.
La generación de puestos de trabajo de calidad
obedece mayormente a estos emprendedores, aunque este proceso tiene mucho menos
vigor en América Latina que en otros lugares. Las firmas exitosas permanecen
siendo pequeñas en la región.Aquellas con 40 o más años de actividad emplean a
alrededor de 110 personas en la región, mientras que en Asia Oriental emplean a
cerca de 170, en Europa oriental a alrededor de 220 y en países de alto
ingreso, a 250.
El informe encuentra que la realidad
empresarial en América Latina se ve entorpecida por la baja innovación.
Las empresas
latinoamericanas introducen productos nuevos a un ritmo menor que las
empresas de otras regiones en desarrollo. Países como Ecuador, Jamaica,
México y Venezuela introducen o desarrollan productos nuevos a un ritmo
que es menos de la mitad que en países como Tailandia o Macedonia.
Con la
excepción de Brasil, que invierte el 1 por ciento de su PIB en
Investigación y Desarrollo (I+D), en promedio la región invierte mucho
menos (por debajo del 0,5 por ciento), es decir un tercio el nivel de
China y un cuarto el nivel de los países de ingreso alto. Más aun, el gobierno,
en contraste con el sector privado, lleva a cabo la mayor parte de la
inversión latinoamericana en este ámbito.
No sorprende
entonces que la región vaya a la zaga de otras en términos de patentes. En
Bolivia, Paraguay, El Salvador, Honduras, Guatemala y Perú, el número de
patentes por millón de habitantes es menor a uno, muy por debajo de lo que
debería ser para su nivel de desarrollo.
Una nueva
investigación patrocinada por el Banco Mundial respecto a prácticas de
gestión halló que las empresas que emplean 100 personas o menos no
utilizan los sistemas más actualizados de gestión de talento basado en
desempeño. Los datos de la encuesta revelan que la proporción de empresas
familiares (que en promedio tienden a estar peor gestionadas que las
empresas que se comercializan públicamente) en América Latina
prácticamente duplica a la de Estados Unidos.
Quizás lo más sorprendente sea que incluso las
empresas más grandes de América Latina sufren de esta falta de innovación, según
el informe. Incluso en las principales naciones exportadoras de la región, como
Chile, Colombia y México, el porcentaje de empresas que eligen exportar es
mucho menor que lo esperado dado su nivel de desarrollo.
Las multilatinas del sector manufacturero en
promedio invierten apenas $0,06 por cada $1000 de ingreso en I+D. Mientras
tanto, las multinacionales invierten $2 por cada $1000 en China y $2,6 por cada
$1000 en países de ingreso alto. Incluso las filiales de corporaciones
multinacionales en América Latina y el Caribe tienden a ser menos innovadoras.
Para prosperar, estos emprendedores requieren
de un ambiente económico e institucional favorable que acentúe los resultados
esperados de sus ideas innovadoras. Fortalecer el capital humano, alentar la
competencia y mejorar los derechos de propiedad intelectual también puede
ayudar a inclinar la balanza.
En los últimos años, las políticas
latinoamericanas se han enfocado en la asistencia a pequeñas y medianas
empresas. Pero estos esfuerzos también deben dirigirse a las nuevas empresas. Es
un pequeño sub grupo de laslas empresas
jóvenes el que suele crecer, plantea el informe.
Por suerte se avizoran ciertos desarrollos prometedores.
Las agencias de promoción de exportaciones están ayudando a empresas
exportadoras en varios países, mientras que los avances científicos han
transformado definitivamente la agricultura en otros. Cuando enfrentan
competencia, las firmas dinámicas en la región exploran nuevos mercados de
exportación. El surgimiento de multilatinas es un desarrollo positivo con
respecto a décadas anteriores.
“Me
complace saber que ahora los tomadores de decisiones de la región son mucho más
capaces de centrar esfuerzos y recursos para fomentar el crecimiento”, dijo De la Torre. “Luego de
años de lidiar con debilidades macrofinancieras, ahora pueden centrar sus
esfuerzos en construir las bases para el crecimiento de la productividad”.
Los emprendedores transformacionales serán
cruciales en este esfuerzo y si bien no existe un número ideal de éstos para
una sociedad, el hecho es que el futuro de América Latina dependerá de contar
con muchos más.