<b>Cuando se escribe o se habla de una personalidad de la dimensión histórica de Nelson Mandela, es muy difícil sintetizar las ideas sobre lo que se pretende expresar, pero si nos fijamos en su larga y fructífera vida pública hay dos elementos centrales que pienso universalizan su trayectoria. La primera, extraordinaria humildad y honradez y su capacidad de perdonar.</b>
Precisamente, por esas dotes que deberían ser emuladas por nuestros políticos de América Latina y el mundo es que ese gran hombre que nació en el continente africano para convertirse en un patrimonio de la humanidad, será recordado para siempre por sucesivas generaciones.
Qué ejemplo de dignidad, entrega, sacrificio y lucha nos ha legado éste singular hombre que supo defender hasta su muerte a los más necesitados y desamparados de la fortuna.
Conmueve profundamente el alma observar las expresiones de solidaridad, de amor e identificación hacia Mandela desde todas partes del mundo. Su vida fue un acontecimiento, pero su muerte igualmente lo ha sido.
Mi generación recuerda a un Mandela en prisión por su coherente, tenaz y firme lucha en contra de la segregación racial y a favor de los pobres de África y del mundo.
En América Latina y gran parte del mundo, las injusticias, corrupción y exclusión predominan el escenario llevando desaliento a una población deseosa de alcanzar un nivel de vida donde impere el equilibrio social y mayor calidad de vida.
La voz de Mandela siempre estuvo a favor de los humildes y propugnó tenazmente por alcanzar la paz entre los pueblos africanos.
Muchos de los políticos del mundo que hoy lamentan la desaparición física de este extraordinario sudafricano deberían imitar su legado practicando con el ejemplo.
Mandela se ha convertido en un verdadero ícono de los que luchan y aspiran a alcanzar la paz en este planeta, tan dividido y sacudido por odio raciales; étnicos, diferencias económicas, sociales, políticas y falta de amor hacia el prójimo.
Los actos que se celebraron para despedir a Mandela así como la presencia de dignatarios y personalidades del mundo, reflejan el impacto que ha tenido su muerte entre millares de seres humanos tanto en África como en el resto del globo terráqueo.
Su capacidad de perdonar hasta a los propios enemigos que durante 27 años lo mantuvieron en prisión injustamente, demuestran la extraordinaria capacidad de tolerancia de este singular personaje de escala mundial.
Su ejemplo vivirá para siempre, sin dudas.