<span style="font-size: 12px;">Decía el salmista: “Mujer virtuosa, ¿quién la
hallará? Su estima sobrepasa a la de las piedras preciosas”. </span><span style="font-size: 12px;">Independientemente de cualquier juicio
extranjero que se levante en contra, la mujer dominicana es buena e
incondicional, cuando ama es intensa, en todo se entrega con pasión, su vida
está llena de renuncia y sacrificio porque como hija, hermana, amiga, esposa y
madre es trabajadora incansable y todo lo da.</span>
La mujer dominicana hace camino a su andar,
deja las huellas y vela el paso de los que vienen detrás. Pero, ¿a qué viene
todo esto? Resulta que en este año 2013 se elevaron alarmantemente las tasas de
las adolescentes embarazadas y los feminicidios, noticias que fueron el pan
nuestro de cada día, y el denominador común: nuestras quisqueyanas.
El Rey Salomón comprendía en su sabiduría que
quien no conoce de algo indiscutiblemente desconoce su valor, y por ende, no se
puede amar lo desconocido; me explic Si le mostramos un diamante, a alguien
que no posee ningún conocimiento acabado acerca de piedras preciosas, junto a
una piedra común y corriente que únicamente irradie mucha luz y brillo,
ciertamente éste no notaría la diferencia; esto es exactamente lo que sucede
con nuestras féminas, con nuestras mujeres virtuosas.
“Fácilmente nos dejamos
engañar por aquellos que amamos.” ―Molière
Citamos a Molière y al Rey Salomón con la
intensión de encontrar una razón que nos sirva de norte, que nos ayude a
entender la nomenclatura de tanto mal; mujeres maltratadas, asesinadas por sus
maridos, niñas embarazadas, violadas por sus progenitores, parientes y
allegados a la familia o por alguien que le suple alguna necesidad económica o
de afecto.
Sin embargo, en vísperas de Noche Buena y
Navidad, la mujer dominicana olvida sus penas y engaveta sus desgracias, se las
ingenia para buscarle la vuelta y reunir a toda la familia en un mismo
sentimiento con el deseo soberano de parir felicidad y gozarse en el
reencuentro de sus seres queridos.
Tradición y modus operandi de
nuestras criollas: Unas compran sus ajuares con anterioridad,
otras el mismo día festivo, pero a todas a finales del año que corre, les surge
la misma pregunta: ¿Qué me pondré para Navidad?
Se pasan toda la mañana y parte de la tarde del
día 24 y 31 de diciembre metidas en la cocina preparando con dulzura y esmero
los alimentos que compartirán en Noche Buena y Año Nuevo. Hacen largas filas en
los supermercados, eternos turnos en el salón de belleza, han aguantado
lo inaguantable y hasta se cambiaron el “look” para impresionar. Cuando llega la
noche están listas y perfectas, vestidas de gala y fiesta se sientan en la mesa
a recibir las buenas y santas de Dios.
Recordemos que cada mujer es diferente, piensa
y siente distinto. Pero tú, mujer dominicana, ¡eres vientre de Noche Buena!