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Este
26 de enero se conmemora el 201 aniversario del nacimiento de Juan Pablo
Duarte, Padre de la Patria Dominicana y Fundador de la Nacionalidad. Según el
historiador Emiliano Tejera, Duarte es "el dominicano de gloria más pura y
el más grande entre los fundadores de la patria".</b>
En el
libro que publiqué en septiembre del año pasado titulado "Duarte un hombre
de fe y de acción", desarrollo la tesis de que Duarte fue sobre todas las
cosas un gran hombre de fe y un seguidor en la práctica de las enseñanzas que
Jesús legó a la humanidad.
En
varios escenarios he afirmado que durante su estadía en la tierra Jesús nos
legó cuatro grandes enseñanzas: La de amar a Dios sobre todas la cosas y al
prójimo como a nosotros mismos, la de perdonar sin importar el nivel de las
ofensas, la servir y entregarse enteramente por los demás y la de mantener la
humildad como norma de vida.
Esa
cuatro grandes enseñanzas de Jesús estuvieron siempre presentes en la vida de
Duarte como parte de su gran espíritu cristiano y de su profunda Fe. En todo
momento puso a Dios como el centro de su vida y de sus acciones. Y sus grandes
esfuerzos por lograr la liberación de la patria eran la prueba más elocuente de
amor al prójimo.
Duarte
supo perdonar a todos sus enemigos sin importar la magnitud del daño que le
habían hecho. Nunca albergó odio contra quienes no sólo lo apresaron, lo
maltrataron, lo exiliaron y hasta estuvieron a punto de fusilarlo. El dejó la
venganza en manos de Dios, tal y como establece la Biblia.
Su
entrega y servicio para con los demás y para con su patria, alcanzó niveles de
antología. En dos ocasiones, en 1843 y en 1864, hizo que su familia vendiera
sus bienes y posesiones para ayudar la causa independentista y la causa
restauradora, respectivamente.
El
espíritu de humildad de Duarte es una de las grandes virtudes de su vida. La
humildad cristiana de Duarte se muestra claramente en dos hechos de magnitudes
históricas. El primero fue cuando Mella lo proclamó Presidente de la República
en la ciudad de Santiago, en julio de 1844. Duarte actuó conforme a sus
principios de humildad y de respeto institucional y dijo que no lo aceptaba
para evitar nuevos problemas con las demás fuerzas que habían apoyado la causa
independentista.
El
segundo hecho que muestra la gran humildad del Padre de la Patria sucedió
cuando a su retorno al país para ponerse a las órdenes del gobierno restaurador
en 1864, las tropas invasoras españolas hacen circular un pasquín en su contra.
Ante esa falacia, Duarte primero se siente incómodo, pero su humildad cristiana
lo lleva a actuar con mesura y comedimiento y decide asumir una misión en
Venezuela que le había asignado el gobierno restaurador. Y todo porque con
humildad dij "siempre fui motivo de amor entre todos los
dominicanos, y jamás piedra de escándalo, ni manzana de discordia".
Cuanta
grandeza, cuanta dignidad y cuanta humildad en esas acciones del padre de la
patria. Todo eso confirma en los hechos que Duarte fue un gran hombre de fe y
un seguidor en la práctica de las enseñanzas de Jesús.
Euri
Cabral
Es
Economista y Comunicador
euricabral07@gmail.com
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