La segunda cumbre de la Comunidad de jefes de estado y de gobiernos de América Latina y el Caribe fue el escenario en el que el presidente Danilo Medina, ratificó su indoblegable firmeza de gobernante aferrado a los principios irrenunciables de la soberanía, legados por los padres de nuestra nacionalidad.
La reiterada provocación y ofensas a la patria dominicana a cargo del ministro de San Vicente y Las Granadinas, Ralp Consalves, precisamente, durante el solemne acto de clausura de la extraordinaria cumbre, merecían una contundente y verídica respuesta.
Esa respuesta no pudo ser más idónea, precisa y aleccionadora. El infausto ministro quedó anonadado. No esperaba que sus destempladas y absurdas denuncias de apartheid y racismo fundamentados en lo incierto que, de ningún modo es demostrable, quedarían pulverizadas con los atinados y sinceros argumentos del presidente dominicano.
Los datos estadísticos sobre la migración irregular aquí, sobre las parturientas haitianas y el empleo de esos ciudadanos y ciudadanas en los campos, el turismo y la construcción, unidos a lo que significa la disposición gratuita de los puertos dominicanos desde la ocurrencia del terremoto para la entrada y salida de furgones conteniendo mercancías hacia y desde Haití, revelados por nuestro presidente, fueron demoledores.
La segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños fue la consumación de un anhelado y acariciado sueño, que forjaron los padres de las guerras de independencia de las distintas naciones en nuestro continente.
La Celac fue fundada hace apenas 3 años como un gran esfuerzo de la mayoría de los gobiernos de nuestro litoral, bajo la iniciativa del fenecido presidente Hugo Chávez Frías, quien recibió un merecido homenaje póstumo durante la concluida cumbre.
En las primera y segunda sesión encabezadas por los jefes de estado y de gobiernos reunidos en la Habana se emitieron numerosas declaraciones, entre las que se destacan, la que proclamó al Caribe y a América Latina, zona de paz, la de desarme nuclear, la que establece una agenda de desarrollo post 2015, la de promoción de la equidad y empoderamiento de la mujer; otra sobre los desafíos de los países de ingresos medios, sobre la necesidad de poner fin al bloqueo a Cuba, respecto a la desocupación de las islas Malvinas.
Asimismo, un proyecto de apoyo a la lucha contra el terrorismo en todas sus formas, otro sobre el fortalecimiento de la integración de estos pueblos, otro en torno a la regulación migratoria a fin de lograr el ejercicio pleno de los derechos de los inmigrantes, sobre el problema mundial de las drogas, sobre el derecho humano al agua potable, condenando el tráfico ilícito de armas, la pesca ilegal. La cumbre se pronunció en torno a la necesidad de la promover la cultura para el desarrollo humano y decidió erigir un monumento en honor a las víctimas de la esclavitud en este continente, y otra a fin de eliminar la pobreza, entre otras.
Todas esas declaraciones y sus contenidos, solo fueron posibles en el marco de un evento histórico trascendente, como el que tuvo lugar del 24 al 29 de enero pasado en Pabespo, La Habana.
Ese evento había que tratar de deslucirlo y, cuando no, provocar que por lo menos, uno de los países participantes abandonara el evento. Ese era el interés del ministro de San Vicente y Las Granadinas, cuando de manera injustificada, pese a conocer los avances que se han estado logrando mediante los diálogos bilaterales entre los gobierno de Haití y la República Dominicana, a fin de buscarle salida a la migración ilegal que afecta a nuestra nación.
Ralp Consalves, no logró deslucir la Cumbre, ni que el presidente Medina saliera enojado por sus improperios. El mandatario dominicano demostró una vez más, su alto sentido de la historia, de la necesidad de la integración latinoamericana y caribeña y, sobre todo, que los dominicanos no tienen ningún prejuicio respecto a los hermanos haitianos y haitianas. Demostró por igual, que Consalves, no ha hecho, ni hace nada por la patria de Towsseint.
La Habana, Cuba30-2-214