Hay izquierdas históricas que van dejando de serlo. Hay otras que procuramos reafirmarnos como tal y renovarnos, radicalizándonos en el mejor sentido. Hay nuevas izquierdas y nuevos movimientos sociales que las expresan.
Hay mucha izquierda dispersa, sin organización, sin partidos. Hay muchos sectores, que en los hechos son de izquierda, aunque no se asuman como tales.
Las fuerzas transformadoras son vastas y diversas. Su debilidad es la dispersión, la falta de un cauce o referente unificador.
La nueva fuerza, que podría convertirse en tercera, segunda o primera, deberá ser la suma, la confluencia de todo eso y mucho más; nutrida fundamentalmente por nuevas generaciones, por jóvenes, mujeres, trabajadores/as, abrazados el ideal emancipador rearmado.
La pienso como amalgama de memoria revolucionaria, experiencia, juventud, nueva intelectualidad y sujetos populares politizados.
Esa nueva fuerza antes de lograr apoyo en las urnas deberá lograrlo en la sociedad, participando en sus luchas y en sus rebeldías. Lo electoral es una derivada, sobretodocuando se procuran cambios profundos. Derivada que para lograr intervenciones exitosas nos exige crear situaciones que debiliten esta dictadura institucionalizada y el carácter de la JCE y el sistema electoral vigentes.
Las debilidades a superar no han sido -ni son- exclusivamente electorales, menos podrían referirse solamente a decisiones propias de las izquierdas en esa vertiente, sin tener en cuenta los regímenes políticos impuestos, la fuerza de la contrarrevolución e intervención externa, las características de las fuerzas opresoras y las mutaciones negativas del PRD y el PLD (renegando incluso de todo progresismo).
Aquí, en la mayoría de las situaciones no ha existido ni existe el ejercicio del sufragio en mínimas condiciones de libertad y democracia. En ese orden el sistema ha variado para peor por decisiones despóticas y esto impone la necesidad de exigir en las calles la destitución de esta JCE y del TSE, organismos a todas luces peledeizados. Impugnarlos para adecentar y democratizar instancias que degradan el sufragio.
Estas deben ser demandas imperiosas en calles y plazas públicas, en el contexto de la lucha por un sufragio no viciado, normas democráticas de participación, Constituyente popular y nueva institucionalidad. Lo otro es aceptar pasivamente el matadero, incluso es así hasta para aquellos que procuran subordinarse a la parte mayoritaria del PRD, por demás entrampada, des-matriculada y sujeta a nuevas divisiones; también corrompida y neo-liberalizada, incapaz de impugnar la JCE, las Cortes y la dictadura morada.