El Partido Revolucionario Dominicana es una fuerza política de gran importancia e incidencia en nuestra nación. Su historial de aportes a a la vigencia de la democracia y la institucionalidad es inestimable y vigoroso.
Sin embargo, en los últimos tiempos ese bello historial se ha visto empañado y deslucido por una lucha interna abusrda e irracional que muestra con claridad lo que sucede en cualquier conglomerado político o social donde los intereses individuales y grupales se colocan por encima de los intereses de colectivo.Nadie se explica de manera racional el por qué Miguel Vargas e Hipólito Mejía no han tenido la sensatez de sentarse en una mesa de diálogo franco y abierto para zanjar sus diferencias y consolidar la fuerza de ese monstruo político dormido que es el PRD.
Al parecer Miguel Vargas se va a quedar con la institucionalidad y la franquicia del PRD, pero eso sin la participación de Hipólito y su grupo no permite ver una exitosa participación electoral de ese partido en las elecciones del 2016. Igualmente podemos predecir que si Hipólito y su grupo se van a formar un grupo nuevo con los partidos emergentes, el futuro electoral que les espera será muy pírrico y decepcionante desde el punto de vista electoral y teniendo como norte el alcanzar el poder.
Esas son dos actitudes incongruentes e irracionales que nadie entiende ni nadie comparte, pero son la realidad cotidiana del PRD. Y al parecer ese espíritu de actuación absurda e irracional ha contagiado a una parte del empresariado dominicano que en sus pretenciones de lograr un acuerdo entre Hipólito y Miguel han cometido la osadía de pedirle al embajador de Estados Unidos en la República Dominicana que sirva de mediador para lograr la unificación del PRD.
Los empresarios que han cometido esa estupidez política no entienden cuál es el signo de los tiempos y tampoco actúan conforme al rol que deben jugar en la sociedad dominicana.
Todavía queda en sus mentalidades las rémoras de un pensamiento donde muchos asumían que el embajador norteamericano podía cambiar el curso político de la historia dominicana. Y si bien es cierto que los norteamericanos siguen siendo nuestro principal socio comercial y su poder sigue poniendo a temblar a algunos, ya estos tiempos son otros y la clase política dominicana ha transitado y superado con creces ese estado mental de dependencia del poder nortearicano por temor a represalias y otras situaciones.
El interés de esos empresarios es, supuestamente, lograr que exista una oposición fuerte al PLD para evitar que se instaure en el país una supuesta "dictadura de partido único" que sólo está en sus cabezas. Pero de acuerdo a analistas y conocedores a fondo del accionar de esa parte del empresariado, lo que de verdad se esconde en esos propósitos es la intención de fortalecer el PRD para que gane las elecciones del 2016 y suba al poder para reinstalar un sistema de gobierno lleno de facilidades para ellos, que les permita mantener la presión tributaria baja, que le permita violar las exigentes normas para compra y contratación con el estado que se han estado implementando en los gobiernos del PLD y , en fin, para que retorne el desorden y el descontrol donde ellos podían obtener pingües beneficios con mayor facilidad. Ojala que esos empresarios retomen su verdadero rol de empresarios y entiendan que "al PRD solo lo une los propios líderes del PRD poniendo los intereses generales por encima de sus intereses particulares". Y punto.
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