El hombre sólo puede ser él mismo cuando es capaz de expresar sus potencialidades innatas, pero esto difícilmente llegue a ocurrir cuando su objetivo es poseer la mayor cantidad de cosas, si sólo se empeña en obtener posesiones concluirá convirtiéndose en un objeto más. En cambio para lograr “ser” debe dedicarse a una actividad auténtica que no es otra que aquella que le permite un pleno desarrollo de sus capacidades.
En principio tener sólo aquello que se puede usar nos determina para mantenernos activos. Difícilmente pueda surgir la avaricia cuando la cantidad de cosas que poseo está limitada al uso que puedo hacer de ellas. En tanto en nuestra cultura la meta suprema es tener, hasta parece sugerirse que la esencia misma de los seres humanos está en tener y que el individuo que nada posee no es nadie.
Vivida principalmente por las personas y otra que da preeminencia a las cosas. La orientación de tener es característica de la sociedad industrial occidental en la que el afán de lucro, la fama y el poder se han convertido en los problemas predominantes de la vida.
En el modo de tener se toma posesión del conocimiento, en el modo de ser, conocer sirve como un medio para el proceso de pensar productivamente.
Si soy lo que tengo, y si eso lo puedo perder entonces cabe preguntarse ¿quién soy? Por eso vivimos con permanente temor: le tememos a los ladrones, a las revoluciones, a los cambios económicos, a la enfermedad, a la muerte, a la libertad, a lo desconocido, etc. Esta situación provoca un continuo estado de preocupación, nos volvemos desconfiados. En el modo de ser no hay cabida para el miedo a perder lo que se tiene, si soy lo que soy, nadie puede amenazar mi seguridad ni mi identidad.
En el modo de tener, las relaciones entre las personas son de competencia, de antagonismo y de temor. La codicia es el producto natural de esta orientación, el codicioso además raramente queda saciado. Esto también puede aplicarse a las naciones, mientras éstas estén compuestas por una mayoría de la población cuya principal motivación sea la de poseer, difícilmente se puedan evitar las guerras y las conquistas.
Para vencer el egoísmo producto del modo de tener es imprescindible cambiar las costumbres, empezando por dejar de estar obsesionado por la posición social, es necesario transformar la conducta rutinaria en todos los aspectos, interesarnos por los seres humanos, la naturaleza, el arte, y los acontecimientos sociales y políticos, es decir prestar especial atención a lo que ocurre en el mundo exterior en vez de estar encerrados en nosotros mismos.
Nunca debemos cambiar nuestra forma de SER por lo que podemos TENER.