MADRID, En Ucrania no ha habido tregua y este jueves se hay contado
28 muertos, precisamente el día en que el gobierno había declarado de luto
nacional por la muerte de otras 25 personas.
Se ha informado que los opositores han retenido a unos 27
agentes de la policía y que los enfrentamientos se multiplican en las ciudades.
Hoy, los combates han
llegado hasta el interior del emblemático hotel Ukrania, ubicado en una
calle colindante a la Plaza Independencia donde se han escenificado los
principales enfrentamientos.
Periodistas en el terreno, tanto de AP como de AFP han
contado entre 19 y 26 muertos. Entre los
fallecidos hay un policía. Hay b28 oficiales de la Policía heridos de balas. La agencia Rusa RT dice que los muertos alcanzan la cifra de 67 desde el 18 de febrero en Kiev y atribuye a extremistas de la oposición haber roto la tregua acordada con el Gobierno. Decenas de personas han resultado heridas, según datos oficiales de las autoridades sanitarias.
La ofensiva, en medio de la tregua, había sido emprendida
por el propio gobierno que la dispuso. La ira ha llegado hasta personas cercanas al gobierno. El alcalde de
Kiev, Volodimir Makeienko, ha abandonado el partido del presidente Viktor
Yanukovich, en protesta por lo que considera un "baño de sangre". En
la ciudad se gruesas columnas de humo.
Las bandos se disputan la identidad de esta nación de 46
millones de habitantes, cuyas lealtades están divididas entre Rusia y Occidente. Como en Siria, Rusia impide cualquier acción de la Unión Europea y Estados Unidos.
No solo la rebelión es en Kiev; diversas regiones del país son escenario de una abierta sublevación contra el
Gobierno central.
La ronda más reciente de violencia callejera comenzó el
martes, cuando manifestantes atacaron contingentes de la policía y comenzaron
incendios afuera del parlamento. En un comunicado publicado el jueves por la
mañana, el Ministerio de Salud señaló que entre el martes y el miércoles 28
personas habían muerto y 287 habían sido hospitalizadas.
La oposición acusaba a Yanukovych de ignorar sus demandas de
restringir las facultades del Poder Ejecutivo. El parlamento, dominado por
partidarios del presidente, ha maniobrado para retrasar cualquier reforma
constitucional que limite la autoridad presidencial.