<b>El vicepresidente de Estados Unidos ha declarado al diario El Mercurio, de Chile, país donde llega este domingo a participar en la toma de posesión de la presidenta Micchell Bachelet que la democracia venezolana no está a la altura delos estánderes de democracia de América Latina. </b>
“Me recuerda a épocas pasadas, cuando hombres fuertes gobernaban usando la violencia y la opresión”, dijo Biden, en referencia a la situación de Venezuela donde 19 personas han muerto en protestas y más de un millar guarda prisión,entre ellos el dirigente opositor Leopoldo López.
<b>—Los críticos dicen que el gobierno de Obama no presta suficiente atención a la región. ¿Está preparado Washington para dar un paso más allá en términos diplomáticos y, por ejemplo, promover un esfuerzo con otros países para ayudar a resolver la crisis en Venezuela?</b>
— La situación en Venezuela es alarmante, el gobierno venezolano tiene una responsabilidad básica de respetar los derechos universales, que incluyen las libertades de expresión y de asamblea; proteger al pueblo de la violencia y comprometerse en un diálogo genuino en un país profundamente dividido. Hay un mejor camino y el pueblo de Venezuela espera que el gobierno lo tome. Enfrentar a manifestantes pacíficos con la fuerza y en algunos casos con milicias armadas, limitando la libertad de prensa y de asamblea —necesarias para el debate político legítimo—, demonizar y arrestar a los opositores y reforzar dramáticamente las restricciones para los medios no es lo que esperamos de democracias que son signatarias de la Declaración de los Derechos Humanos y de la Carta Interamericana, y ciertamente no está a la altura de los sólidos estándares de democracia que tenemos en la mayor parte de nuestro hemisferio. La OEA y sus miembros tienen un importante rol para reforzar las instituciones democráticas y para ayudar a resolver crisis políticas como la de Venezuela. Hemos visto llamados de la OEA y de países en la región para respaldar un diálogo real en Venezuela y llamados para que todos los actores eviten la violencia y la intimidación. La situación en Venezuela me recuerda a épocas pasadas, cuando hombres fuertes gobernaban usando la violencia y la opresión; y los derechos humanos, la hiperinflación, la escasez y la extrema pobreza causaban estragos en los pueblos del hemisferio. Esos días ya casi no existen gracias a la valentía de muchos hombres y mujeres en las Américas, quienes sufrieron personalmente en nombre de la democracia. Hoy, ellos son líderes de algunas de las sociedades más vibrantes e inclusivas de la región. He conocido y me he maravillado con estos líderes donde las urnas son el rey, donde los militares no pueden vetar la voluntad del pueblo, y donde los líderes gobiernan buscando los resultados, al asegurar los derechos de las futuras mayorías, comprometiéndose en el diálogo y protegiendo las libertades fundamentales. Ellos nos enseñan a todos nosotros, incluyendo Estados Unidos, que la democracia también implica consideraciones sobre cómo se ejerce el gobierno, no solo sobre cómo es elegido. El presidente Nicolás Maduro hasta ahora ha tratado de distraer a su pueblo de los temas más importantes que están en juego en Venezuela al inventar conspiraciones totalmente falsas y extravagantes sobre Estados Unidos. En lugar de eso, él debería escuchar al pueblo venezolano, y mirar el ejemplo de esos líderes que resistieron la opresión en las Américas, o se arriesga a repetir las injusticias contra las que ellos pelearon con tanta valentía”.
<b>—La crisis en Venezuela ha subrayado las diferencias políticas entre países de Latinoamérica. ¿Cómo define la relación de Estados Unidos con Latinoamérica o ve usted dos Latinoaméricas?</b>
— El presidente Obama ha sido claro en que no estamos interesados en volver a las batallas ideológicas del pasado en este hemisferio, y ha trabajado por un futuro de mayor integración y respeto por los derechos universales. Los asuntos de las Américas siempre han sido importantes para Estados Unidos, pero importan aun más hoy porque lo que sucede en la región tiene un mayor impacto en nuestra prosperidad y seguridad. Al reconocer esto, el gobierno de Obama ha puesto en marcha el período de participación más sostenido de Estados Unidos en las Américas, en mucho tiempo, para aprovechar el enorme potencial de la región para beneficio mutuo. En mis viajes, he conocido a muchos líderes inspiradores quienes están trabajando para sacar a sus ciudadanos de la pobreza, diversificando y abriendo sus economías para competir a nivel global; y construyendo nuevos espacios para el diálogo y la cooperación. Este tipo de esfuerzos nos enseñan a todos que el pragmatismo y no la ideología, es el secreto del éxito. No es coincidencia que los países que han usado democracia y mercados abiertos para crear nuevas oportunidades para sus ciudadanos están entre las economías más prósperas de la región. Desafortunadamente, algunos en la región miran más al pasado que al futuro. Reconocemos que quedan algunos resabios de la Guerra Fría, de modo que las suspicacias son parte de la situación. Pero la mayoría de la gente en las Américas está cansada de pelear viejas batallas ideológicas que no ayudan en nada a sus vidas cotidianas. Nuestros ciudadanos quieren saber qué defendemos, no solo en contra de qué estamos. Hemos hecho un esfuerzo conjunto para mejorar nuestra relación con nuestros críticos más duros. A pesar de nuestra voluntad para tender puentes, no nos hacemos ilusiones de que esta relación mejore pronto. Afortunadamente, estos son casos aislados en una región donde una mayoría de países ven de forma positiva la relación con Estados Unidos y son nuestros socios en un amplio rango de áreas”.