Crimea: Reminiscencia de viejas rivalidades entre Rusia y Occidente

<b>A diferencia de los franceses, holandeses, ingleses, italianos y españoles, que colonizaron tierras de ultramar, el imperio ruso expandió su territorio, colonizando naciones aledañas a su vasta región. Esto, tanto hacia el occidente, con la anexión de parte de Polonia, tres de los países bálticos, Ucrania, Bielorrusia, Finlandia, Moldavia e inclusive parte de Turquía; como hacia el Asia Central, al incorporar cinco naciones asiáticas.&nbsp;</b>

Luego, con la Revolución Bolchevique, de octubre del 1917, gran parte de las naciones colonizadas pasaron a formar parte de la llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, a excepción de Polonia, Finlandia y los países bálticos de Estonia, Letonia y Lituania (estos tres últimos países pasarían a formar parte de la Unión Soviética, una vez concluida la Segunda Guerra Mundial).&nbsp;Así, en la ex Unión Soviética, compuesta por quince Repúblicas autónomas y liderada por la República Socialista Soviética de Rusia, con un territorio originalmente heredado del malogrado imperio zarista,&nbsp;convivían más de cien nacionalidades, de la cual la nacionalidad Rusa, por supuesto, era la mayoritaria. Sin embargo, de aquel gran Estado socialista que, conjuntamente, con otros países europeos, conformaban el Campo Socialista, sólo quedan los recuerdos de una sórdida Guerra Fría, que dividió al mundo en dos grandes mitades: los países occidentales, liderados por los Estados Unidos y los países socialistas, con Rusia a la cabeza, por un lado, la China Socialista y otros tantos países asiáticos, europeos y caribeños.

&nbsp;Así las cosas, todavía se vive escribiendo y especulando, a veinticuatro años de la caída del Muro de Berlín, sobre los motivos de la desaparición de la Unión Soviética. En lo que a nuestro parecer, respecta, si bien mucho se le podría atribuir a los países occidentales en su afán de la desaparición de la mayoría de los regímenes socialistas, la verdadera causa de la debacle del socialismos en los países de la órbita soviética, tiene su explicación en el estancamiento del crecimiento de la economía soviética, ante la visión limitada de los líderes soviéticos de no asumir un mecanismo de las economías capitalistas, altamente probado, que ha permitido por espacio de más de trescientos años la supervivencia del capitalismo, me refiero al crecimiento económico sustentando en el consumo. La experiencia del devenir de la historia reciente de China es fehaciente, al mantenerse un Estado de ideología socialista, gobernada por un Partido Comunista, pero que ha sabido hacer uso de la economía de mercado, hasta lograr ocupar el sitial de la segunda economía de mundo.

&nbsp;De manera que, cualquiera pensaría que una vez desaparecida la Unión Soviética, los países occidentales no volverían a entrar en contradicción con Rusia, por desaparecer la discordia ideológica y triunfar la globalización en un mundo unipolar, sin embargo afloran de nuevo las contradicciones entre los rusos y los países occidentales. Como si las heridas causadas por la invasión napoleónica de junio 1812 y la derrota del ejército invasor francés por parte de los rusos, no hubiesen cicatrizados. O, el apoyo que los franceses, ingleses e irlandeses brindaron a los reductos del Ejercito Blanco, leales al depuesto Zar, en busca de contener la formación del primer Estado socialista del mundo, hayan dejado las secuelas imborrables&nbsp;de la intromisión en territorios de exclusividad rusa. O, las atrocidades cometidas por los invasores del ejército fascista de Adolfo Hitler, en el verano de 1942, en el cual irrumpieron las fronteras soviéticas con más de medio millón de soldados, aun no se han borrado del todo y se mantienen vivas en las mentes de las nuevas generaciones.

&nbsp;Como se ve, son conflictos cuyas raíces históricas se remontan a tiempos de las contiendas entre países por la primacía sobre territorios descubiertos y posteriormente colonizados, sólo que ésta vez, las contradicciones surgen en un nuevo contexto histórico. En donde, los rusos no ven con agrado la participación de los países occidentales en el derrocamiento de Gobiernos de países históricamente aliados, como lo fue el depuesto líder libio, Muammar Kadhafi, o el apoyo que los Gobiernos capitalistas otorgan a los opositores que pretenden derrocar, por la vía insurgente, al presidente sirio, Bashar al Assad.

&nbsp;Así, llegamos a la Crimea de hoy, de la cual tengo recuerdos por haber vacacionado en mis años de estudiante en la ciudad turística de Yalta, y haber aprendido que, como ciudad preferida de los líderes de los Gobiernos rusos (comunistas o no), estaba contaminada de agentes pertenecientes a la KGB, órgano de inteligencia del Estado soviético (por cierto, prácticamente todos los agentes, tenían el distintivo de&nbsp;“ocultar” su condición de miembros de dicho organismo, mediante el uso de camisas blancas, mangas cortas, finas corbatas negras y lentes oscuros).

&nbsp;Luego caemos en cuenta que, es de esperar en la actualidad que en Crimea, por ser sitio preferido de magnates y funcionarios rusos para vacacionar, así como por la importancia estratégica militar que tiene la base naval que aloja la Flota del Mar Negro, en la defensa del territorio ruso, se mantenga un recelo por parte del Gobierno presidido por Putin en cuanto a ceder espacio a Ucrania en su intentona de alianza con los países occidentales.

&nbsp;De igual forma, se espera que, en la distribución de las piezas del ajedrez de la política mundial, los rusos no entreguen Crimea a Ucrania y la mantenga a como de lugar bajo dominio ruso. Mientras tanto, los países occidentales saben bien que, necesitan del gas y el petróleo proveniente de territorio ruso y que, de aislar a los rusos económicamente, no surtirá ningún efecto en el contexto de un mundo globalizado, máxime cuando se sabe que los soviéticos supieron resistir, en la ciudad de Leningrado, durante la Segunda Guerra Mundial, 900 días de cerco y asedio de las tropas Hitlerianas. Y, tienen la ventaja de replegarse, en caso de conflagración bélica, a los vastos territorios siberianos, de más de 13 millones de kilómetros cuadrados, tal y como lo hicieron con la invasión napoleónica y repitieron, con la misma estrategia, ante la invasión del ejército alemán.&nbsp;Bernardo Hirán Sánchez Melo, Ph.D.