Mientras el joven Juan Pablo Duarte, propugnaba por la
independencia ´´pura y simple´´ de la parte de la isla que hoy ocupamos los
dominicanos, allá por los años de 1843, un sector que se denominaba el partido
de los afrancesados, calificaban la idea, como el fruto de una imaginación
´´exaltada´´.
Mientras nuestro Patricio, trabajaba sin descanso, junto a
Juan Nepomuceno Ravelo, uno de los fundadores de la Sociedad Secreta ´´La
Trinitaria´´, afrancesados como Buenaventura Báez y José María Caminero,
calificaban las ideas de Duarte, como ´´peligrosas´´.
Para los afrancesados, el hablar de la creación de una nación
libre e independiente, era una locura, y podría traer –según ellos-, ´´mayores
males a la patria´´, permitiendo que los haitianos aniquilaran de una vez y
para siempre, los anhelos de
independencia de esta parte de la isla.
Para estos, la independencia nacional no sería posible ni
viable, sin el apoyo de una potencia extranjera que nos ´´protegiera´´, a
cambio de cederle una porción de nuestro territorio.
Para los afrancesados, llamados así en alusión a los
secretarios, miembros de los Consejos, la burocracia y la aristocracia española
que juraron fidelidad al rey José I, hermano de Napoleón e impuesto por este,
luego de la renuncia al trono de
Fernando VII y Carlos IV.
El termino afrancesado se aplico a estos funcionarios
españoles de forma extensiva, y con el valor de traidor o colaboracionistas, a
todos aquellos que durante la ocupación francesa, colaboraron con la misma o
con la administración del rey José, sin importar que fuera por interés personal
o por la creencia de que el cambio de dinastía redundaría en la modernización
de España.
O sea, los españoles del siglo XVIII no confiaban en la
capacidad de su patria, para lograr su desarrollo y sostener su independencia.
Estos afrancesados de ayer, al igual que los afrancesados que
enfrentaron a nuestro patricio, en sus ideales libertarios e independentistas,
son los mismos afrancesados de nuevo cuño, -hoy escudados en funciones públicas,
privadas y ONG al servicio de potencias extranjeras, que no cesan un instante de
intrigar en sus pretensiones de aniquilar a la República Dominicana, como
nación libre y soberana.
Pero hoy, al igual que ayer, esos afrancesados de nuevo cuño,
fracasaran y se estrellaran contra la voluntad férrea de un pueblo que ha
sabido ponerse a la altura de la historia, cuando ha sentido el llamado de la patria.
Que no se equivoque nadie. La nacionalidad dominicana NO está
a la venta. La nacionalidad dominicana NO se negocia. La nacionalidad dominicana no se regala.