<span style="font-size: 12px;">Ciudad del Vaticano, 27 marzo 2014 (VIS).- El contraste entre el lamento de Dios y las justificaciones de los hombres, ha sido el tema tratado por el Papa en la homilía que ha pronunciado esta mañana en la basílica de San Pedro ante numerosos parlamentarios y ministros italianos. </span>
<span style="font-size: 12px;">Francisco ha hablado de la infidelidad del pueblo de Dios, de una generación que no aceptaba a sus mensajeros y en cambio, se justificaba por sus pecados. “Fue un gran trabajo del Señor quitar del corazón de su pueblo la idolatría, para hacerlo dócil a su palabra. Pero el pueblo seguía este camino por poco tiempo, y luego volvían atrás”.</span>
“De pecadores, pasaron a ser corruptos -ha continuado-. Es muy difícil que un corrupto deje de serlo. El pecador, sí, porque el Señor es misericordioso y nos espera a todos. Pero el corrupto está obsesionado con sus cosas, y aquellos lo eran. Por esto se justificaban, porque Jesús, con su sencillez, pero con la fuerza de Dios, les molestaba. Y poco a poco, terminaron convenciéndose de que debían matar a Jesús y uno de ellos dij “Es mejor que un hombre muera por todo el pueblo”.
Pero “se equivocaron de camino. Se resistieron a la salvación del amor del Señor, y así dejaron de lado la fe y pasaron de una teología de fe a una teología del deber: “Tenéis que hacer esto, esto, esto “…. Y Jesús les señala con ese adjetivo tan fe “¡Hipócritas! Es mucho el peso que oprime la espalda del pueblo. ¿Y vosotros? Ni siquiera les tocáis con un dedo! .!Hipócritas¡”. Rechazaron el amor del Señor y este rechazo les llevó a recorrer un camino que no era el de la dialéctica de la libertad que Jesús ofrecía, sino el de la lógica de la necesidad, donde no hay lugar para el Señor…Se convirtió en un tipo de conducta. Hombres de buena educación, pero de malos hábitos. Jesús los llama, “sepulcros blanqueados”. Este es el dolor del Señor, la tristeza de Dios, el lamento de Dios”.
Francisco ha recordado que en el tiempo de Cuaresma “nos hará bien a todos pensar en la invitación del Señor al amor, en esta dialéctica de la libertad que conlleva el amor y preguntarnos todos: ¿Yo estoy en este camino? ¿O tiendo a justificarme y pasar de un camino a otro?. Un camino cíclico, porque no lleva a ninguna promesa. Oremos al Señor -ha concluido- para que nos conceda la gracia de recorrer siempre el camino de la salvación, para abrirnos a la salvación que viene solamente de Dios, de la fe, no de lo que proponen estos “doctores del derecho", que perdieron la fe y gobernaron al pueblo con esta teología pastoral del deber”.