El sacerdote nicaraguense se despede de República Dominicana, donde fue homenajeado en la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2014 (FILRD2014)
Escuchar la propia voz de un poeta de trascendencia mundial articulando sus más reconocidos poemas es una experiencia invaluable, la cual vivieron quienes escucharon el recital ofrecido por Ernesto Cardenal, contemplado en el programa de la XVII Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2014 (FILRD14).
La sala Aída Bonnelly de Díaz, del Teatro Nacional, resultó pequeña para acoger al numeroso público que acudió para ver y escuchar al poeta nicaragüense, en su última actividad como invitado del honor a esta fiesta del libro y la cultura.
Ernesto Cardenal, poeta, escultor y sacerdote, acudió a la cita ataviado con su infaltable boina negra y su bastón, y ofreció el recital sentado, poniendo a cada poema el énfasis que demandaba el contenido, lo que, en conjunto, generó en el público risas, “bravos” y muchos aplausos.
En sus palabras introductorias, el autor explicó que el recital consistiría en “una breve antología, recorriendo algunas etapas de mi poesía y mi vida, comenzando por `Epigramas´ y otros poemas de amor, porque fueron años de mucho enamoramiento”.
Entre poesía y poesía de amor, en las que desfilaron Claudia, Adelina, Miriam y otras mujeres que lo inspiraron, explicó que “el amor por la belleza de las muchachas fue lo que me llevó al amor a Dios, fuente de toda belleza, y lo que me hizo ingresar a un monasterio trapense en los Estados Unidos”. Fue en ese tránsito cuando, según expresó, compuso su poema “Resurrección”.
De esa etapa en el monasterio de los trapenses fueron sus poemas “2:00 a.m.” “Salmos” y “Las Ciudades Perdidas”, que también declamó. Luego vino su célebre “Oración por Marilyn Monroe”, que escribió de regreso a Nicaragua, cuando se enteró del suicidio de la famosa actriz.
El recorrido poético de Cardenal continuó con su etapa en la comunidad contemplativa del archipiélago de Solentiname, de Nicaragua, fundada por él, donde surgen poesías más enfocadas en la causa revolucionaria, como “Canto Nacional”, dedicado a las luchas del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Luego escribió “Amanecer”, al vislumbrar el triunfo de la Revolución Sandinista, tras la cual fue nombrado ministro de Cultura, cargo que le permitió viajar a diferentes países. En uno de ellos, Alemania, escribió “La aparición en Hamburgo”, dedicado a una muchacha que llamó su atención.
El último poema del recital fue “20 años en Solentiname”, dedicado a Laureano Mairena, un compañero de comunidad que murió defendiendo la Revolución Sandinista, cerca de la frontera con Honduras.
El recital terminó con un público que aplaudió de pie y con ganas de escuchar más del poeta, que se abría paso entre la multitud que quería saludarlo, tomarse una fotografía con él u obtener un autógrafo. Las expectativas que había generado la jornada fueron ampliamente satisfechas.