SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Poeta, escultor, revolucionario, sacerdote, humanista…es Ernesto Cardenal, Invitado de Honor de la XVII Feria Internacional del Libro, galardonado con el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, quien en esta entrevista reveló que aun esculpe y enseña poesía a niños con cáncer, en su natal Nicaragua.
Aportó, además, invaluables consejos dirigidos a los jóvenes poetas, para que puedan enfrentar el reto de la postmodernidad con un lenguaje que pueda ser entendido y que signifique algo para quien lo lea.
A sus casi 90 años, Ernesto Cardenal, el poeta revolucionario, como también se le llama, sigue abrazado a sus dos pasiones: la poesía, que declamó en la noche del lunes 28 en la sala Aída Bonnelly de Díaz, del Teatro Nacional, y la escultura, con la que da forma a animales, plantas y personas.
En esta entrevista exclusiva, concedida un día después de la canonización de dos papas, era imperativo requerirle su opinión, que fue favorable a Juan XXIII, pero no a Juan Pablo II.
¿Qué significó para usted haber recibido el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña?
Este es el tercero. Recibí los premios Pablo Neruda, en Chile y Reina Sofía, en España y ahora este. Eso no es mucho en 90 años de una vida.
El Premio Pedro Henríquez Ureña es importante para mí por el nombre que lleva, lo que me hizo escribir un discursito para el día del recibimiento del galardón, porque me interesa mucho la figura de él, por su influencia en América Latina y en nosotros también.
Le propusieron para el Nobel en 2005, ¿le gustaría recibirlo?
Me gustaría, para poder regalar lo que reciba. No lo puedo rechazar, pero sería incómodo, porque tendría muchas solicitudes, muchas entrevistas, muchos problemas…
¿Por qué tituló su autobiografía “Vida Perdida”?
En la portada está una cita de San Lucas que dice: “El que pierde su vida. la ganará y el que la gana, la pierde”. Consideraba que mi vida la había entregado a Dios y había sido una vida de fracasos y de renuncias y, al mismo tiempo, la había ganado, en tanto que la había perdido. La cita, ganar es perder y perder es ganar es una de las paradojas del Evangelio.
¿Cuál es el reto de la poesía en esta época postmoderna, en la que esa expresión literaria parece perder espacio?
Para mí, el reto es que los poetas escriban una poesía que se entienda, que signifique algo para los demás, porque muchos escriben algo que es enigmático, hermético, sin sentido, con un lenguaje absurdo o irracional, que en algunos casos el autor no entiende ni él mismo. Lo mío es una reacción contra eso, lo que también ha sido propio de otros escritores de América Latina que escriben esta poesía, como la mía. Tratamos de hacer poesía comunicable.
¿Hay que tener formación espiritual para entender su poesía, como planteó uno de los asistentes a un coloquio sobre su obra efectuado en la Feria del Libro?
No sé a qué le llamó formación espiritual, pero yo creo que mi poesía se entiende, buena parte, sin que se tenga formación bíblica, teológica o religiosa, si se tiene, pues todavía mejor, pero hay mucha poesía mía que trata de la vida real, de la vida que vivimos, de la vida contemporánea y la entiende cualquiera que quiera leerla.
En su poema Epigramasusted le escribe al amor no correspondido que sentía por una chica llamada Claudia. Le dice que algún día, cuando fuera famoso, se arrepentiría de haberlo despreciado. ¿Fue así?
Creo que no, más bien ha tenido cierta aversión a mi persona, porque yo figuré en la revolución de Nicaragua y ella era enemiga de la revolución. Se casó con un millonario. Ha sido antirrevolucionaria, todavía vive y me parece que le disgusta mi poesía dedicada a ella.
¿Cómo conjuga la poesía con la escultura?
Desde niño me gustaba la escultura. Fue un hobbie de joven y después me promoví en la escultura y empecé a tomarlo en serio como un oficio, casi como el oficio literario. Ahora se puede decir que soy escritor y escultor.
He hecho muchas esculturas con muchos temas y materiales, como yeso, cerámica, metales, como cobre, hierro, bronce, aluminio…
¿Cuáles temas aborda con la escultura?
Algunas, como el ser humano, retratos y, más frecuentemente, animales, especialmente la garza, que es una figura muy particular mía, y plantas, como cactus. Casi ningún escultor hace plantas. Aun esculpo.
¿Sigue enseñando poesía en Nicaragua?
Sí, ocasionalmente. Tengo un taller de poesía para niños con cáncer porque, según me explicaron los médicos, el cáncer y la leucemia, producen en los niños un especial talento expresivo, propio de la poesía, y me pidieron que hiciera un experimento con ellos, que ha dado por resultado una poesía muy en espacial, muy buena. Con estos niños tenemos ya tres libros de poesía muy buena.
¿Qué hace a un poeta?
Haber nacido poeta. Es un talento natural, como haber nacido para la música, la física o la medicina. Se tiene por nacimiento, pero se puede cultivar o dejar de cultivar, y aprenderla.
Para poder hacer buena poesía hay es muy importante leer poesía y escribirla. Tan importante es leerla como escribirla.
¿Y si no nos gusta lo que escribimos?
Hay que echarlo a la basura y seguir con otra cosa.
¿Cuál es su opinión sobre la canonización de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII?
Juan Pablo II protegió a un monstruo, que es ese (Marcial) Maciel de México, un sacerdote (acusado de pederastia), y que lo canonicen a él me parece también una monstruosidad.
Juan XXIII fue untremendo Papa, que vino a revitalizar la iglesia. Después, el papa Juan Pablo II y el siguiente, Ratzinger (Benedicto XVI) se dedicaron a desmantelar toda la renovación de la Iglesia de Juan XXIII, hasta que ahora, dichosamente, ha venido un papa nuestro, de nuestra América, del fin del mundo, como ha dicho él, que ha demostrado ser como un nuevo Juan XXIII, un nuevo milagro, como fue aquel.
¿Cree que el papa Francisco podrá enfrentar los retos tan fuertes que tiene la Iglesia ante sí en estos momentos?
Lo está haciendo, más que con palabras, con hechos. Es una revolución lo que está haciendo en El Vaticano, lo que significará, en parte, una revolución en el mundo.