El generalmente bien informado colega Cesar Medina acaba de ofrecer detalles pormenorizados sobre el presunto “gran acuerdo” en proceso de negociación entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas, aunque extrañamente el propio informador destaca que “ambos se comprometieron a manejar el tema con absoluto hermetismo, “sin filtraciones maliciosas”.
Medina, quien comparte su misión de embajador dominicano en Madrid con su activo ejercicio de comunicador en Santo Domingo, se refiere a las supuestas conclusiones de dos reuniones que habrían sostenido Mejía y Vargas en un lapso de 15 días, en camino a “un reencuentro político que procura estructurar una boleta opositora unitaria “para sacar del poder” al Partido de la Liberación Dominicana”.
De acuerdo a Medina, “Un reducido equipo de colaboradores de ambos -dos por cada uno- ha sido encargado de discutir cada detalle del acuerdo sobre la base de la candidatura presidencial de Vargas en el 16 acompañado en la boleta por la hija mayor de Hipólito, la economista Carolina Mejía”.
Llama la atención sin embargo, que a pesar del alegado compromiso de Hipólito y Miguel de manejar el tema “con absoluto hermetismo”, en apenas unos días después de la última reunión de viernes Santo, todo el mundo se ha enterado de los dos encuentros y de sus detalles más relevantes, como lo refleja esta versión del Embajador y periodista,
Luego de que la información sobre las dos reuniones fuera filtrada convenientemente a través de varios medios de comunicación, el propio Hipólito Mejía confirmó los contactos pero al mismo tiempo declaró enfáticamente que “ha desistido de mantener las negociaciones con el presidente del PRD porque no es “relajo” de Vargas Maldonado”. Esta declaración tiene todas las características de un mentís a los datos manejados por Medina.
También Peggy Cabral habló de las reuniones y las definió como un intento de acuerdo sobre el conflicto interno del PRD.
Sin embargo, es la versión de Cesar Medina con todos los detalles de los supuestos puntos acordados en la reunión, la que revela con mayor claridad la verdadera naturaleza y los propósitos no confesados de los encuentros promovidos desde el sector de Miguel Vargas, quien evidentemente está explorando alguna salida posible al problema que ha representado para él la decisión de Tribunal Superior Electoral (TSE) de ordenar la publicación del padrón perredeísta.
Tal decisión del TSE coloca a Vargas en el nada envidiable dilema de mostrar un registro que pretende excluir a más del 80 por ciento de los militantes perredeístas que no han renunciado ni han sido formalmente expulsados de su partido, o reconocer los derechos democráticos de todos los miembros del PRD de elegir y ser elegido, como lo establece el artículo 15 de los estatutos, escenario al que Miguel le teme como el Diablo a la Cruz.
No se requiere ser un analista demasiado avispado para intuir que la versión de Cesar Medina, así como las propias reuniones de Hipólito y Miguel, responden a una estrategia mediática fríamente calculada para tratar de vender un acuerdo de aposento que ha sido anticipadamente rechazado tanto por el sector de Mejía como por el aspirante presidencial Luis Abinader.