Por los comentarios recibidos y las reseñas periodísticas inherentes a la clonación de tarjetas, todo indica que cientos de dominicanos diariamente son objetos de clonación de sus tarjetas.
Por Danilo Cruz Pichardo
El sábado 10 del presente mes, a las doce de la noche, mientras el autor de este artículo dormía en la tranquilidad de su hogar, se hicieron dos retiros en un cajero del BHD del sector de Herrera, con mi clonada tarjeta de débito del Banco de Reservas. Me enteré el domingo 11, en horas de la mañana, cuando un miembro de la seguridad del banco estatal me llamó a mi celular.
Por los comentarios recibidos y las reseñas periodísticas inherentes a la clonación de tarjetas, todo indica que cientos de dominicanos diariamente son objetos de clonación de sus tarjetas, modalidad delincuencial en auge, lo que revela vulnerabilidad en la seguridad de los usuarios de las instituciones bancarias.
¿Y qué hacen los banqueros y las autoridades policiales para acabar con este delito criminal? ¿Dónde venden el plástico y la máquina para clonar las tarjetas? ¿Cómo los denominados hackers obtienen las claves para hacer consumo y retiros en efectivo? ¿Por qué si los cajeros tienen cámaras las autoridades no dan con el paradero de la mayoría de estos delincuentes?
La información que me ofrecen es que muchos de los hackers son miembros de organismos de seguridad de Estado con amplios conocimientos en asuntos de tecnologías. Que son los mismos que intervienen teléfonos y penetran a los correos electrónicos de las personas, en violación al numeral 3 del Art. 44 de la Constitución de la República.
Y no creo que los banqueros y las autoridades policiales ignoren este dato ni resulten incompetentes, en lo científico y tecnológico, para terminar de una vez y para siempre con esta forma delincuencial.
La clonación de tarjetas y el recibo de informaciones sobre sus respectivas claves sólo serían posibles –por lo menos piensa el suscrito– con el auxilio de servidores internos de las entidades financieras, de manera que no es tan difícil establecer responsabilidades en el caso.
En ese sentido, si las autoridades policiales y los banqueros se lo proponen en cuestión de horas desmantelan esa poderosa red, que opera en toda la geografía nacional, y someten a la justicia a todos sus miembros. Seguro estoy que el crédito policial y bancario se eleva por las nubes ante la opinión pública nacional. Y la Policía Nacional y los bancos nacionales recobran confianza ante la ciudadanía.
Hay muchos actos delincuenciales. Y algunos se tornan difíciles en su fase investigativa, pero ese no es el caso de la clonación de tarjetas, cuyos ribetes permiten en pocas horas dar con los responsables materiales e intelectuales de las distintas redes que se dedican a esa criminal tarea. Y me tomo el atrevimiento de formular un pedido a las autoridades en nombre de todos aquellos que han sido víctimas de ese delito.
Tengo entendido que en la mayoría de los casos los bancos comerciales acreditan el dinero robado a los usuarios, pero nunca reponen el daño moral y sicológico ocasionados a los clientes, lo que sólo es posible dando con los culpables del bochornoso hecho y garantizando seguridad de que un fraude similar no se repetiría más.
En mi caso particular no habrá satisfacción con una simple llamada del Banco de Reservas informando que ya me fue acreditado el dinero de los retiros indebidos realizados en la madrugada del sábado 10 en un cajero del BHD. Prefiero que no me devuelvan nada –el dinero se los regalo al banco– y en cambio me ofrezcan la información de que detuvieron a los autores materiales e intelectuales del acto criminal.
Prefiero ver al jefe de la Policía Nacional, mediante rueda de prensa, informando a la población sobre el desmantelamiento de esa mafia nacional que lleva la intranquilidad a la familia dominicana. Pero, aclaro, que no presenten simplemente a los ejecutores materiales, que regularmente son jóvenes rateros de los barrios pobres y que son los que hacen los consumos o retiros de los cajeros.
Que presenten, para que haya un verdadero crédito público, a los jefes de esas bandas, donde podrían salir a relucir nombres de empleados y ejecutivos bancarios, pero también miembros de la Policía Nacional y otros organismos de las Fuerzas Armadas, que tienen como medio de vida el fraude electrónico.
El problema luce simple y se puede resolver en la medida en que haya voluntad de los banqueros y de las autoridades de la Policía Nacional. Si continúa la fiesta de la clonación y el fraude, entonces mi próximo artículo sería pidiendo a todos los usuarios el retiro masivo de sus tarjetas ante la falta de seguridad y respuesta efectiva a este delito de parte de la Policía Nacional.