La sociedad que somos hoy es el reflejo de lo que fuimos ayer y el pronóstico, por excelencia, de lo que seremos mañana.
Desde pequeños hemos crecido escuchando a los mayores decir: “Los niños son el futuro”. Los niños siguen naciendo y creciendo, mientras la psiquis humana aplaza el presente al futuro. El infante que fue “el mañana” de la nación, hoy es el adulto que nos honra con su lectura.
El ciclo de la vida plantea que los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. Así en los seres humanos, en las plantas y en los animales. Si observamos con detenimiento a nuestro alrededor, encontraremos semejanza extraordinaria en muchas personas con sus animales y sus plantas.
El ritmo de vida de muchas personas se limita a las etapas medias del ciclo vital: el crecimiento y la reproducción; y con este modo tan estéril de vivir, su paso por el mundo es insípido, inodoro e incoloro porque no dejan huellas que trasciendan más que en la tasa de natalidad.
Seres hedonistas que existen porque presentan signos vitales como la respiración y sin aspiración alguna, sin ambiciones más que individuales. Pero no todo está perdido, cito: “Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, existen millones de caricias que construyen la vida.” – Facundo Cabral.
Cada dominicano es un héroe nacional. Salir a la calle de madrugada a trabajar o estudiar, todos los días, es un acto heroico. Salir de casa sin la certeza de regresar, es un acto heroico, inclusive de fe. La delincuencia y la inseguridad nacional que se vive en la República Dominicana, no es un asunto de percepción como dijo el oficial militar, lamentamos informarle que esto no está “en la mente” de la gente, está en las calles y es una realidad triste y cruel.
La Corrupción, en todos sus niveles y la Impunidad alientan la delincuencia. Si el individuo no es penado o sancionado, se crea un estímulo en el colectivo que invita a violentar las leyes, las normas de convivencia y las buenas costumbres.
El morbo y mirar con buenos ojos a quienes hacen lo incorrecto y no pagan por ello, es una mala percepción de un acto heroico. Echar pa’lante, salir adelante y no desmallar, sostener una familia, criar a un hijo, estudiar y trabajar a la vez implica mucha nobleza, eso sí es un acto heroico. Quien se niega a la complicidad de lo inmoral, ilegal y no ético, es un héroe.
El niño limpiabotas que se gana la vida como un hombre para llevar algo de comer a casa, es un héroe nacional silente. Cada madre soltera es una heroína nacional silente. Cada padre responsable es un héroe nacional silente.
Nuestros estudiantes son héroes del silencio, porque a pesar de tener más cosas en contra que a favor, ellos no se rinden; así que cada bachiller y cada profesional universitario es también un héroe del silencio.
Leticia, es una pequeña heroína nacional silente de ocho años de edad. Es la primera de dos hijas de la familia Rodríguez Santana. Siempre ha sido responsable y estudiosa. Desde los tres años de edad es estudiante meritoria en cada año lectivo escolar. Tomó la decisión de alfabetizar a primos y vecinos de su edad o de menos años que ella.
¿Quién no jugó a la escuelita? Leticia posee un aula improvisada en el patio de su casa. Después de clases, donde se alimenta para dar lo recibido, esta pequeña niña se viste con pantalón y blusa de mangas largas para impartir con orgullo y respeto sus clases, así como las maestras nuestras y exige atención y obediencia a sus alumnos.
“¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón.” – Fito Páez.
Mileyma Izquierdo