Reconocer las actas de nacimiento que están en poder de unos 20 mil haitianos, no es siquiera el comienzo para tratar este peliagudo problema.
Por Manuel Hernández Villeta
La aprobación de una nueva ley de extranjería, será un paso de alivio, pero no la solución al problema entre dominicanos y haitianos. Debe ser el principio para sentar las bases de la convivencia legal, civilizada y ordenada.
Reconocer las actas de nacimiento que están en poder de unos 20 mil haitianos, no es siquiera el comienzo para tratar este peliagudo problema. La mayor parte de los haitianos que nacieron en el país de padres ilegales, carece de documentos de identidad. Por lo tanto, la medida no los beneficiará a todos.
Si es importante que se legalice en la estadía en el país, no darle la nacionalidad, a los haitianos que trabajan y que están ilegales. No debe residir un haitiano ilegal en la República Dominicana, después de aprobada esta ley.
El problema es complejo y de una solución no fácil. Buscamos el caso de los indocumentados haitianos, en base individual con la mujer o al hombre que sin papeles está viviendo en esta parte de la isla, sin ver el gran negocio que hay de por medio.
La mayor parte de los indocumentados haitianos vienen al país a trabajar en la industria de la construcción, la agroindustria, las obras públicas y otras labores donde se necesita el músculo.
La mayor parte de esta crisis es de fácil solución, si hay voluntad de acción de parte del gobierno y los empresarios. Sólo tienen los constructores, los agro-industriales que entregar una lista de sus obreros que son ilegales, y ellos mismos colaborar para que se les entregue la debida documentación.
Pero no lo hacen, porque esos haitianos ilegales constituyen una mano de obra barata, casi regalada, en condiciones de esclavitud, sin pago de salario mínimo, sin seguro médico, sin ni siquiera figurar en las plantillas de impuestos como existentes.
Para el gran empresariado, culpable principal de la inmigración ilegal haitiana, parecería que el problema no existe. No se ve que esté en la mínima posibilidad de ofrecer su cooperación al gobierno para comenzar a trabajar por soluciones y alternativas reales.
La nueva ley que se gestiona en el Congreso es positiva, es un paso firme hacia adelante, pero no debemos engañarnos, no es con un simple papel que se vencerá lo que en definitiva es el lucrativo negocio de la migración ilegal haitiana.
La solución tiene que ser política, en el marco de la legalidad y el respeto.