Querida amiga: Sabes que te quiero desde siempre, de la única manera que sé hacerlo: De gratis. En más de una ocasión he dicho que eres “mi amor platónico”. Y eso sí que no ha sido gratuito. Es una herencia histórica basada en los principios irrenunciables que les costaron la vida a tus padres.
Es por eso, tal vez, que no me sorprendió tu renuncia del Partido de la Liberación Dominicana. Te confieso la esperaba hace muchos años; desde el momento en que Leonel Fernández decidió romper con el legado ético y moral del profesor Juan Bosch para abrazar, sin sonrojarse, ni avergonzarse, las ideas conservadoras y reaccionarias de personajes nefastos y ruines como Joaquín Balaguer y Vincho Castillo.
No me sorprende tu renuncia. La esperaba desde que la corrupción se instaló en el Palacio Nacional en 1996 para convertir en millonarios a costa de la miseria del pueblo; negando de manera olímpica aquella promesa de Juan Bosch de que “si tomamos el poder no habrá peledeísta que se haga rico con los fondos públicos; no habrá un peledeísta que abuse de su autoridad en perjuicio de un dominicano; no habrá un peledeísta que le oculte al país un hecho incorrecto o socio o inmoral”. (Sus alumnos y compañeros hicieron todo lo contrario)
Sabía, querida amiga, que en cualquier momento recogerías tus cosas y te irías llena de vergüenza y de impotencia al ver como los casi cuatro mandatos de tu partido, han servido para favorecer a los grupos dominantes y a los miembros del Comité Político y de otros organismos, junto a familiares, amigos y relacionados, negándose a sí mismos. Y más que eso, negando a Bosch. ¡Se corrompieron!
Tú no eres una mujer cualquiera. Tienes un compromiso histórico que no pediste al nacer, pero al que tampoco has renunciado. La vida te marcó desde el vientre fecundo, patriótico y revolucionario de tu madre Minerva Mirabal, asesinada junto a sus hermanas por Trujillo y sus secuaces, algunos de los cuales hoy reciben prebendas y privilegios impensables.
Tú no puedes traicionar tu origen ni tú sangre, aquella derramada por tu padre Manolo Tavarez Justo, cuando decidió escalar las “escarpadas montañas de Quisqueya”, sin duda el más limpio y puro de los dirigentes políticos del país junto con Juan Pablo Duarte.
Tu renuncia se produce justo el día en que el PLD respalda con vehemencia la terna presentada por Vincho Castillo, favoreciendo a uno de sus hijos. ¡Qué burla, qué horror!
Tu salida del PLD es una clarinada ética y moral, un llamado a la conciencia de la mucha o poca gente que aún queda en ese partido con mucha o poca dignidad y decoro.
Juan Bosch estaba convencido de ver la liberación de su pueblo, y de no ser así, verla “a través de mis ideas”. Lo primero que hizo Leonel al llegar al poder fue negar la práctica ética del maestro y sepultar sus ideas en un cementerio de estiércol. Por eso, Minou, no me extraña tu renuncia del PLD. La esperaba y deseaba. ¡Haz dado un ejemplo, mujer!
“Nadie se muere de verdad si queda en el mundo quien respete su memoria”, dijo Bosch. ¡Tú le has dado vida respetando su memoria!
Los hombres y mujeres de todos los partidos debemos reflexionar, a propósito de tu renuncia del PLD. El sistema de partidos está sumido en una crisis de valores que no puede sostenerse mucho tiempo. La degradación no puede ser mayor en casi todos los partidos. Y creo, querida, que el país aún tiene las suficientes reservas éticas y morales para salir de la pocilga en que nos han sumergido.
Ojalá que muchos y muchas sigan tu paso, no sólo en el PLD, sino en los otros partidos. La podredumbre y la corrupción no pueden continuar imperando impunemente.
Nunca olvides que lo más importante no es “el número de armas en las manos, sino de estrellas en la frente”. Te quiero.