Las sábanas, desde que se fue, volvieron a ser frías.
Podría decir que el viento de febrero lo esfumó,
pero no… era su ausencia sin sentido
que tronaba y recordaba.
El diluvio se extendió a más de cuarenta días
y se cambió de horario solo a las noches;
porque saberse sola es
no tener paraguas que te aguante la lluvia en la cama.
Hasta el reloj hizo un intento
de detenerse para que no se fuera.
Incluso el sol se acostó un poco más tarde
para que no se fundiera en la noche.
A partir del momento en que se perdió del radar,
no hay brújula que funcione.
Desde entonces, fue la pieza del rompecabezas que completa el camino,
que sigue perdida.
Es lejanía, es alivio.
Es todo menos olvido.
Espacio entre mis sílabas,
com ple men to.
La secuencia exacta de la historia,
y se marchó sin saberlo.
Usted no sabe lo que es distancia
porque vive consigo.
Usted no sabe que es extrañar
porque siempre se ha tenido.
Y eso de que él no espera a nadie…
hasta el tiempo se desvela
esperando que usted vuelva.