Del “Manual de Encuestas Políticas” de Raymond E. Owen, Ph. D. Universidad de Pittsburgh, traducido y adaptado por Carlos Michelsen, extraigo la siguiente cita para remachar una vez más sobre la tomadura de pelo a la que es expuesto el ciudadano inadvertido cuando se le presentan como resultados de una encuesta creíble, datos que no son otra cosa que substratos muy forzados del bagazo de los hallazgos de esa muestra, sin valor investigativo.
“El marco muestral es la lista de la población de la que se tomará la muestra. También es el grupo para el que serán válidos los resultados de la encuesta por muestreo. Los resultados de una encuesta serán precisos sólo para la lista de las personas del marco muestral, carecerán de valor para cualquier otro grupo.
“Si le interesa averiguar lo que piensan los miembros de la Legión Americana o del Sindicato X. Dependiendo del propósito de la encuesta, podrían ser necesarios diferentes tipos de listas…”
En el español nuestro lo que debemos tener bien aprendido es que si Gallup-RD realiza un sondeo como el que ha sido publicado esta semana para HOY, los únicos datos certeros y valederos de ese estudio son los aplicados a la muestra de 1,200 personas encuestadas a nivel nacional, que es para los que aplica el índice de confianza de un 95% y el error de más o menos 2.8%; lo propio ocurre con Asisa Reseach Group, publicados en El Caribe, levantados del 9 al 11 de mayo en un universo de 1, 213 entrevistas, las únicas informaciones que son de esa encuesta son las generadas en ese universo.
Pero ocurre que se quiere extender tanto el rendimiento de un estudio que se los fuerza a dar datos carentes del valor metodológico que tiene una encuesta y que pueden resumirse en tres condiciones que son imprescindibles: que las visitas para entrevistas sean aleatorias, estratificadas y proporcionales.
Lo que hace a una encuesta científica superior a cualquier otro método de medición de la realidad es la formulación estadística que da a todos los ciudadanos la misma probabilidad de ser entrevistados, aunque nunca en su vida les toque recibir a un encuestador, características que junto a las anteriores se hunden en un precipicio cuando la muestra total se despedaza y se pretenden extraer conclusiones, entre lo que sale de ahí o de cualquier sondeo telefónico o digital, no hay ninguna diferencia.
Todo porque los que contratan las encuestas piden un dato que conlleva grandes costos, la evaluación interna de los partidos, y como eso no se paga, exprimen el bagazo e intentan ofrecerlo y lo peor es que el ciudadano lo consume como un producto autentico.
HOY tuvo el pudor de presentar un cuadro de los resultados por partidos, enumerando la cantidad de entrevistados, para que el que supiera leer entendiera que esa no era su encuesta sino una lectura aparte, pero hasta muchos de los que opinan en el país ven titulares, no fichas técnicas, y Asisa ofreció sus datos generales y después pasó a las adivinanzas con el destajo.
Que se haya acertado en algunos casos en el pasado, no justifica nada, a los que dan números de loterías se le sigue porque también aciertan, lo que dejo claro es que si no se ha diseñado una muestra para evaluar el comportamiento interno de los partidos, no se debería informar sobre lo que no se ha encuestado.