El amor de la madre es tan exclusivo, tan excelso, tan divino que no hay otro afecto que lo supere y nadie lo puede explicar de manera convincente a pesar de las chácharas al respecto porque es algo propio del altísimo.
Por Cándida Figuereo
A lo largo de mi vida me he equivocado en algo muy puntual. Siempre he creído que la mejor madre es la mía. Esa convicción está tan arraigada en mi conciencia que nadie, absolutamente nadie, podría convencerme de lo contrario porque entraría en complicidad con el mutismo para no permitir que se derribe mi certeza.
Resulta, sin embargo, que todos los hijos piensan igual que yo respecto a sus madres, lo que me agrada enormemente. No obstante, aunque estoy equivocada aspiro a que cada quien demuestre que ama a su madre por encima de todas las cosas.
Ahora bien, quien pretenda demostrar que ama a su madre por sobre todas las cosas se llevará un tremendo chasco. ¿ Por qué? Muy simple. Porque nadie, absolutamente nadie, ama más que una madre.
El amor de la madre es tan exclusivo, tan excelso, tan divino que no hay otro afecto que lo supere y nadie lo puede explicar de manera convincente a pesar de las chácharas al respecto porque es algo propio del altísimo.
Solo cada madre entiende perfectamente por qué su amor es el mayor de todos los amores, es el más cristalino, el que no engaña, el amor que no se quiebra.
Tener una madre es un lujo que a veces los hijos no apreciamos en su justa dimensión. Y…cuando se ausenta de este mundanal ruido, ¡vaya que la extrañamos!
Todo hijo que tenga a su madre debe adorarla y mimarla cada día, jamás angustiarla. Por algo es nuestra madre y, puedes estar seguro, que aunque la mamá no tenga tu conocimiento intelectual si fuere el caso, su amor es tan amplio que lo sabe todo de ti aunque no te lo digas.
A la mejor madre, la mía que ya está ausente, le he dedicado desde su partida esta canción de la autoría del brasileño Lindomar Castiho, la que también hago extensiva a todas las madres, previo a pedir excusas al autor por hacerme eco de las letras de su balada que dice así:
Mi madre, mi heroína.
En medio del camino recordé, aquella que está tan lejos de aquí, tal vez está pensando en mi lo se, nostalgia como yo debe sentir. Su pañuelo tan mojada en la partida y ese tren que se alejaba tan veloz. Su voz tan dulce en mis oídos se quedó, no me olvido que ella fue quien me dio vida. Madre mía, mi heroína, madre mía, eres mi flor divina. Madre mía, mi heroína, madre mía, eres mi flor divina.
Yo le agradezco tanto a Dios por este don, que mucha gente no comprende de verdad, yo tengo madre y otros lloran por su amor, faltan palabras para mi felicidad. Hay tantas madres que sollozan despreciadas , hicieron tanto pero nunca piden nada. Yo le agradezco tanto a Dios por este don, porque mi madre siempre fue la más sagrada.
Madre mía, mi heroína, madre mía, eres mi flor divina. Madre mía, mi heroína, madre mía, eres mi flor divina.
Esta es la canción que yo hice para ti, mamá. Y en ella quiero simplemente decir que mi alma está vacía por la ausencia de tu voz. Solamente me acompaña tu recuerdo, tus luchas y sacrificios. Tu rostro ha madurado cuando yo estaba triste y la alegría de tus ojos cuando me veía feliz. Ahora el pincel del tiempo pintó de blanco tus cabellos, esos cabellos tan blancos como tu alma de madre. Hoy con mi canción, quiero decirte que no encuentro palabras para expresar tu cariño. Gracias mamá por todo, por tu ternura, por tu dedicación, por tus lágrimas. Gracias mamá.
24-05-2014