Ciudad del Vaticano, 26 mayo 2014 (VIS).- A primera hora de la tarde, el Papa se trasladó a la Basílica de la Natividad. Las primeras noticias históricas sobre la "cueva del pesebre de Belén" se remontan a Orígenes.
En 326, el emperador Constantino mandó construir sobre el lugar una basílica que recubre la Gruta de la Natividad con el suelo ligeramente alzado respecto al terreno. Deteriorada por los incendios y la revuelta de los Samaritanos, se restauró en el 540.
En el 614, los persas de Cosroes II invadieron la región pero respetaron la basílica que contenía frescos de los Reyes Magos con vestidos persas. En el 638, los musulmanes entraron en Belén que pasó a los Cruzados con la entrada de Tancredi en 1099. En 1187 Saladino ocupa Jerusalén y Belén, pero respeta el santuario. En 1192 el obispo de Salisbury, Hubert Valter, decide restauras el culto latino en cambio de que los fieles pagaran los tributos.
En 1347, los Franciscanos consiguen que los otomanos les permitan oficiar en la Basílica y la posesión de la Gruta y de la Basílica. En el siglo XVI, inicia el periodo de las disputas por la posesión del Santuario entre franciscanos y griegos ortodoxos, que cambiaba de manos según la relación que tuvieran las naciones que apoyaban las dos comunidades con la Sublime Puerta. Con la derrota y la expulsión de los Venecianos de Creta en 1669, los ortodoxos son autorizados a tomar posesión de las Gruta y de la Basílica. Esta última hoy en día continua siendo de su propiedad, mientras que la Gruta de la Natividad pasó a los franciscanos en 1690. La Basílica de Santa Catalina, adyacente a la Basílica de la Natividad, es la parroquia de los latinos de Belén.
La propiedad de los distintos Santos Lugares es una cuestión añeja que enfrenta desde siglos a las comunidades pertenecientes a las tres religiones monoteístas de Tierra Santa y es una cuestión "candente" incluso para las cancillerías internacionales. Al inicio del siglo XVII, la lucha entre las comunidades bizantinas y latinas, comienza a sufrir los altibajos de la política internacional y de las relaciones entre las potencias de la época: el Sultán de Estambul que consideraba los Santos Lugares cristianos como propiedad del Estado, de las Repúblicas Marineras italianas que protegían a los latinos, y el Zar de Rusia, tradicional protector de la Iglesia ortodoxa. Algunos santuarios en ese momento pasan de una comunidad a otra, a veces solo sobre la base de las cantidades de dinero que se ofrecen a la Puerta Sublime.
En 1850, una petición francesa dirigida al Sultán para definir la cuestión provoca un nuevo enfrentamiento con Rusia; Estambul entonces emite un decreto que establece el mantenimiento de la situación actual en los diversos santuarios. El "Statu quo" ha congelado prácticamente las reclamaciones de los franciscanos acerca de las expropiaciones de las que fueron víctimas durante siglos y que se cobraron gran cantidad de vidas humanas. Este edicto otomano está aún en vigor hoy en día y administra la situación de algunos Santuarios como la Gruta de la Natividad en Belén, el Cenáculo y el Santo Sepulcro en Jerusalén.
Francisco visitó la Gruta de la Natividad accediendo a ella por un pasaje interior entre el convento "Casa Nova" y la Basílica greco-ortodoxa y allí permaneció un rato rezando. Luego volvió por el mismo pasaje a la "Casa Nova" donde se fotografió con los frailes. Desde allí se dirigió al "Phoenix Center" de Belén, un centro que acoge en su interior el campo de refugiados de Dheisheh que se construyó gracias a una donación que hizo el Papa San Juan Pablo II en su visita de 2000. El Papa fue recibido en el auditorio del centro por un centenar de niños llegados de los campos de refugiados de Dheisheh, Aida y Beit Jibrin. En un ambiente de fiesta lleno de cantos, un par de niños entregaron al Papa dibujos, cartas y trabajos manuales. El Santo Padre rezó con los pequeños y antes de finalizar e impartirles su bendición un niño le leyó una carta en la que dijo: "Somos hijos de Palestina. Desde hace 66 años nuestros padres sufren la ocupación. Hemos abierto nuestros ojos bajo esta ocupación y hemos visto la nakba en los ojos de nuestros abuelos cuando han dejado este mundo. Queremos decir al mundo: ¡basta ya de sufrimientos y humillaciones!.
"No dejen nunca que el pasado les determine la vida -respondió el Papa-. Miren siempre adelante, trabajen y luchen por lograr las cosas que ustedes quieren. Pero sepan una cosa, que la violencia no se vence con la violencia, la violencia se vence con la paz, con la paz con el trabajo, con la dignidad de llevar la patria adelante". Al finalizar, el Pontífice regresó al helipuerto, donde le esperaba el Presidente del Estado de Palestina que se despidió del Pontífice junto a la Guardia de Honor.
En media hora de vuelo Francisco llegó al aeropuerto internacional Ben Gurion de Tel Aviv (Israel), donde fue recibido por Shimon Peres, Presidente del Estado , y por Benjamin Natanyahu, Primer Ministro; las autoridades políticas, civiles y religiosas, los Ordinarios de Tierra Santa y un coro de jóvenes. "Vengo como peregrino 50 años después del histórico viaje del Papa Pablo VI -recordó Francisco-. Desde entonces han cambiado muchas cosas entre la Santa Sede y el Estado de Israel: las relaciones diplomáticas, que desde hace 20 años se han establecido entre nosotros, han favorecido cada vez más intercambios buenos y cordiales, como atestiguan los dos Acuerdos ya firmados y ratificados y el que se está fraguando en estos momentos. En este espíritu, dirijo mi saludo a todo el pueblo de Israel y deseo que se realicen sus aspiraciones de paz y prosperidad".
El Papa mencionó que Tierra Santa es un punto de referencia espiritual para gran parte de la humanidad por ser escenario de una historia plurimilenaria y de los principales acontecimientos relacionados con el nacimiento y el desarrollo de las tres grandes religiones monoteístas (Judaísmo, Cristianismo e Islam). "Por eso, -continuó- deseo que esta Tierra bendita sea un lugar en el que no haya espacio alguno para quien, instrumentalizando y exasperando el valor de su pertenencia religiosa, se vuelve intolerante o violento con la ajena". Asimismo destacó que durante esta peregrinación visitará algunos de los lugares más significativos de Jerusalén, "ciudad de valor universal". "Jerusalén significa ?ciudad de la paz? -dijo-. Así la quiere Dios y así desean que sea todos los hombres de buena voluntad. Pero desgraciadamente esta ciudad padece todavía las consecuencias de largos conflictos. Todos sabemos que la necesidad de la paz es urgente, no sólo para Israel, sino para toda la región. Que se redoblen, por tanto, los esfuerzos y las energías para alcanzar una resolución justa y duradera de los conflictos que han causado tantos sufrimientos. Junto a todos los hombres de buena voluntad, suplico a cuantos están investidos de responsabilidad que no dejen nada por intentar en la búsqueda de soluciones justas a las complejas dificultades, de modo que israelíes y palestinos puedan vivir en paz. Es necesario retomar siempre con audacia y sin cansarse el camino del diálogo, de la reconciliación y de la paz. No hay otro camino".
Con estas palabras renovó el llamamiento que Benedicto XVI hizo en su visita de 2009: "Que sea universalmente reconocido que el Estado de Israel tiene derecho a existir y a gozar de paz y seguridad dentro de unas fronteras internacionalmente reconocidas. Que se reconozca igualmente que el pueblo palestino tiene derecho a una patria soberana, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente. Que la ?solución de los dos Estados? se convierta en una realidad y no se quede en un sueño".
El Pontífice habló de la visita que realizará el lunes al Memorial de Yad Vashem, en recuerdo de los seis millones de judíos víctimas de la Shoah, "Tragedia – dijo- que se ha convertido en símbolo de hasta dónde puede llegar la maldad del hombre cuando, alimentada por falsas ideologías, se olvida de la dignidad fundamental de la persona, que merece respeto absoluto independientemente del pueblo al que pertenezca o la religión que profese. Pido a Dios que no suceda nunca más un crimen semejante, entre cuyas víctimas se cuentan también muchos cristianos y otras personas. Sin olvidar nunca el pasado, promovamos una educación en la que la exclusión y la confrontación dejen paso a la inclusión y el encuentro, donde no haya lugar para el antisemitismo, en cualquiera de sus formas, ni para manifestaciones de hostilidad, discriminación o intolerancia hacia las personas o los pueblos".
El Santo Padre recordó "con el corazón profundamente apenado a cuantos perdieron la vida en el atroz atentado del sábado en Bruselas. Lamentando vivamente este acto criminal de odio antisemita -dijo- y encomiendo las víctimas a Dios misericordioso e imploro la curación de los heridos".
El Papa señaló que los encuentros que realizará serán limitados a causa de la brevedad de su viaje, y aprovechó la ocasión para saludar a todos los ciudadanos israelíes y manifestarles su cercanía, "especialmente a los que viven en Nazaret y en Galilea, donde están presentes también muchas comunidades cristianas".
Antes de finalizar y despedirse de todos los presentes, se dirigió a los obispos y a los fieles laicos cristianos, a quienes animó a "proseguir con confianza y esperanza su sereno testimonio a favor de la reconciliación y del perdón, siguiendo la enseñanza y el ejemplo del Señor Jesús, que dio la vida por la paz entre los hombres y Dios, entre hermano y hermano. Sean fermento de reconciliación, portadores de esperanza, testigos de caridad. Sepan que están siempre en mis oraciones".