Con Minou Tavárez Mirabal nos conocimos hace unas décadas cuando ambos éramos mucho más jóvenes e idealistas y nunca tuve dudas de que, por progenie y formación, su accionar político sería ético y progresista. Su reciente partida del Partido de la Liberación (PLD) sería otra muestra de la coherencia entre lo que piensa, dice y hace que la ha caracterizado en su trayectoria por el espacio público que compartimos.
Por: José Alejandro Ayuso
Por demás, parecería una clara señal de que la partidocracia tradicional sigue en franca decadencia y ya no sintoniza más, si alguna vez lo hizo, con el clamor ciudadano que exige políticos que manejen con transparencia los recursos del Estado y respeten la dignidad y los derechos fundamentales de las personas.
Felipe González, un vivo ejemplo del liderazgo político real, afirma que la primera exigencia del verdadero líder es un “compromiso no mercenario” con un proyecto democrático. ”Hartos de personajes que “entran a la política para aprovecharse de ella y enriquecerse a costa de los demás, utilizando su posición de poder para sangrar las arcas públicas…”, ya Minou y muchos otros sabemos distinguir “entre los que viven para la política y los que viven de la política”.
En su carta de renuncia Minou nos participa que sigue en la política activa porque la “convoca” el futuro del país, “su democracia tan dependiente todavía de prácticas que quisiéramos superadas”, “la crisis institucional” evidente, “el descrédito de la política y “la falta de credibilidad” de tantos políticos, así como “el aumento inmoral de la pobreza”.
Por igual, dice que la convoca “la lucha por mejores gobiernos…”, como este del presidente Medina que tiene dos años en el poder esforzándose junto a su equipo de trabajo por “hacer lo que nunca se había hecho”. Son incontestables algunos y transcendentes logros de la actual gestión que han contado con gran aprecio popular y, en ejecución, una agenda social e institucional que requerirá los valiosos aportes de políticos capaces, honestos y solidarios como Minou. Algunos vemos como una infortunada casualidad su decisión de dejar el partido de gobierno ahora.
No obstante, sería entendible que cierta crisis de conciencia que provocó su salida del PLD le venga más a la querida Minou de lo ocurrido durante los años en que el ex presidente Fernández, en “su condición de Dios tutelar, de ser angélico y predestinado” como lo define en su exquisita prosa Don Andrés L. Mateo, “Erigió un poder desmesurado que desde los órganos del Estado tuvo el privilegio de ir instalando un dispositivo de control social que lo ha reagrupado todo”.
También percibo que para Minou esta transformación de la ciudadanía en una “masa de clientes” que se “encanalleció” cumpliendo la agenda personal del expresidente del PLD no fue de su agrado ni coincidió con su ideario político. Como decía el Nobel de Literatura en 1925, George Bernard Shaw: “No es cierto que el poder corrompa; lo que ocurre es que hay políticos que corrompen el poder”. Y quizá Minou lucharía en las “escarpadas montañas de Quisqueya” para evitar que esta tragedia vuelva.