Se hace necesaria la concretización de un gran pacto social por la paz y el desarrollo nacional. Debe ser firmado por los sectores populares, los partidos políticos, el gobierno, los empresarios y otras fuerzas vivas y congeladas de la nación.
Por Manuel Hernández Villeta
Un pacto social no puede ser letras muertas, como ha sucedido con todos los intentos de concertación, que no pasan de ser reuniones para disfrutar de finos vinos y dar riendas a peroratas que no le importan a nadie.
La delincuencia callejera, de cuello blanco, empresarial y de toda índole, tiene que ser atajada mediante una fuerza colectiva, una gran disposición nacional.
Los ladrones, asaltantes, sicarios y violadores de la integridad personal y fisica de las personas no vinieron de marte, ni llegaron desde la luna. Son parte de los rechazos nacionales, de las exclusiones, de la falta de institucionalidad, y de que las riquezas son tenidas como una caja fuerte de intereses personales, sin pasar por la distribución colectiva.
No es con leyes hechas a la carrera y para satisfacer las hipocresías de legisladores sin trabajo, que se va a terminar la delincuencia. Hay que sentar en una mesa a los gestores económicos, los que producen riquezas, los que invierten capital y el moderador, que en este caso debe ser el gobierno.
Los problemas de un país, en su gran mayoría parten de la situación económica. Las grandes revoluciones mundiales se dieron por factores económicos. Las dos guerras mundiales tuvieron el sello económico. Las luchas de liberación nacional se zanjaron por crisis económicas y la delincuencia tiene que ser derrotada mediante reformas económicas.
Luego viene como accionador de las acciones, las medidas policiales, la aplicación de la justicia, el encarcelamiento y la reinserción social, o sencillamente el intercambio de disparos, para acabarlo todo sin juicio y sin culpables o inocentes. Todo en la percepción de que se cometió un delito y el inculpado ya está bajo la tierra.
Un gran pacto social por la paz y el desarrollo nacional puede ser una pared para detener la ola de violencia. Con medidas de resurgimiento social y ataque sistemático a la marginalidad, se estará limpiando el camino para que las generaciones ahora en gestacion puedan llegar a buen puerto y a un futuro seguro.-
El Pacto evitaría muchos intercambios de disparos, ocupación desproporcionada de los campos santos y la superpoblación de las cárceles.