“Cuando se vayan de aquí solo nos van a dejar los hoyos”. Esa fue una de las últimas reflexiones Francisco Alberto Caamaño Deñó, conversando con el teniente Almonte Castro, su custodio, poco antes de ser asesinado al atardecer del 16 de febrero de 1973. La hizo al ver el cielo enrojecido por los hornos de la Falconbrige Dominicana (Falcondo). Hoy, 41 años después, no acabamos de entender esa verdad.
Por Claudio A. Caamaño Vélez
Justificar la explotación de Loma Miranda aduciendo las fuentes de empleo es algo irresponsable, por no decir otra cosa. El desempleo que existe en nuestro país es fruto no de que se preserven los recursos naturales, sino de una mala administración política; hay muchas formas de generar empleos decentes fuera de la mega-minería. Además, esas fuentes de empleo son insostenibles, y esas comunidades y familias terminarán en una condición aun peor; habrán habituado su economía a un recurso agotable. ¿Qué pasará con esos miles de empleados cuando se acabe el níquel? Pueden decir que irán creando fuentes alternativas de empleo, pero entonces ¿por qué no lo han hecho en todos los años (desde 1955) que llevan operando en nuestro país?
La empresa Falcondo se vende hoy ante nuestro país como una gran conservacionista, la cual se precia de aplicar técnicas muy eficientes para la recuperación de los daños fruto de su actividad minera. Pero ¿qué ha hecho esta empresa por las montañas depredadas que pueden verse desde la Autopista Duarte?, y si esas son las que se ven, que será de las que no.
A las transnacionales mineras no les importa en lo absoluto el futuro de los países en los cuales operan, solo les interesa que lo que saquen sea mucho mayor a lo que invierten. Cuando terminan con lo que hay, recogen sus motetes y se van; dejando tras de sí grandes pasivos ambientales y sociales. Como una vez escuche decir a alguien: “el capital no tiene patria”.
La empresa Falcondo, así como la generalidad de las mineras transnacionales, es una superdepredadora, esa es su naturaleza. Lo preocupante y doloso es la complicidad de dominicanos, que por conveniencia, por servilismo o por una mezcla de ambas, defienden esos intereses.
En próximos escritos iremos abundando más sobre los argumentos que hemos planteado aquí, pues la verdad, ante tanta indolencia e injusticia resulta difícil hacer silencio.
Twitter: @ClaudioCaamano