Ha quedado comprobado científicamente que la Luna es el resultado de una colisión de un planeta del tamaño de Marte con la Tierra. A la conclusión ha llegado científicos alemanes que analizaron las rocas lunares traídas por los astronautas del Apolo desde nuestro satélite.
El sitio español rtve.es informa que los científicos alemanes afirman que detectaron una ligera diferencia química entre las rocas de la Tierra y las rocas lunares, por lo que serán necesarias más evidencias para confirmar definitivamente el origen de la Luna.
En su hipótesis mantenida era que que un impacto gigante entre la Tierra con otro planeta era la más aceptada para explicar el nacimiento de la Luna, pero planteaba el problema de que no se han encontrado las diferencias esperadas entre los isótopos de las muestras lunares y las terrestres.
Ahora investigadores alemanes, indica la nota, parecen haberla detectado tales diferencias para el caso del oxígeno tras analizar rocas lunares recogidas en las misiones Apolo.
COMO SURGIÓ LA LUNA
De acuerdo a lo explicado por los científicos la Luna se formó a partir de una nube de escombros lanzado al espacio después del impacto de una joven Tierra con un cuerpo del tamaño de Marte llamado Theia.
Sostienen que la colisión liberó tanta energía que Theia se derritió, así como gran parte de la envoltura de la Tierra y parte de la nube de roca vaporizada se asociaría de nuevo a la Tierra y otra se habría solidificado a una corta distancia, dando lugar al satélite.
Las proporciones isotópicas varían entre los objetos del sistema solar, pero resulta que en el caso de la Tierra y la Luna son muy similares, lo que entra en conflicto con los modelos teóricos de la gran colisión. Si esta ocurrió de verdad, la Luna se habría formado a partir de fragmentos de Theia, y por tanto, se esperaría que su composición fuera diferente a la de la Tierra.
Por lo tanto, los científicos creían que las rocas lunares podían contener huellas químicas indicadoras de cualquier cuerpo que se estrellara contra la Tierra, una evidencia hasta ahora difícil de alcanzar.
"Hemos desarrollado una técnica que garantiza la perfecta separación" de isótopos de oxígeno de otros gases, explica a Reuters Daniel Herwartz, investigador de la Universidad de Colonia en Alemania. "Las diferencias son pequeñas y difíciles de detectar, pero están allí", agrega el autor principal de un artículo sobre el descubrimiento, publicado esta semana en la revista Science.
Un satélite 50% terrestre – 50% Theia
La mayoría de los modelos estiman que nuestro satélite contiene entre un 70% y un 90% de material de Theia, y el resto procedente de la antigua Tierra.
Sin embargo, algunos científicos consideran que solo queda alrededor de un 8% de Theia en la Luna. Por su parte, los resultados del nuevo estudio sugieren algo intermedio: "Una mezcla al 50% parece posible, pero hay que confirmarlo", indica Herwartza, aunque se necesita más trabajo para confirmar esta estimación.
"Ahora podemos estar razonablemente seguros de que tuvo lugar la gran colisión, y además, nos da una idea de la geoquímica de Theia, que parece fue similar a la de las condritas tipo E (una clase de meteorito con enstatita)".
Las rocas analizadas son las que trajo a la Tierra el equipo de astronautas de las misiones Apolo 11, Apolo 12 y Apolo 16, que tuvieron lugar entre 1969 y 1972.
Para realizar el estudio, al principio su equipo utilizó muestras lunares que había llegado a la Tierra a través de meteoritos, pero como estaban 'contaminadas' por el intercambio de sus isótopos con el agua terrestre, decidieron buscar otras más puras.
Estas las proporcionó la NASA a partir de rocas recogidas durante las misiones Apolo 11, 12 y 16, y después fueron analizadas mediante una técnica de espectrometría de masas. Con este mismo material se han estudiado otros isótopos, como los de titanio, pero no se han detectado las diferencias observadas con el oxígeno.