Como si se tratara de un asunto irrelevante, la reciente propuesta del economista y dirigente político, Luis Abinader, para que el Gobierno Dominicano establezca un salario mínimo de 23 mil pesos para los miembros de la Policía Nacional, no ha generado reacciones en ningún estamento del Estado y ni siquiera en la opinión pública.
La sugerencia no tiene nada de estrambótica; el monto propuesto está por debajo, inclusive, del salario establecido en Costa Rica, un país con un nivel de desarrollo similar al nuestro, donde un raso de la policía gana un sueldo mensual de 584 dólares, que calculado a una tasa de 42 por uno, sería de 24 mil 528 pesos, por encima del salario de un coronel full de la Policía Dominicana cuyo salario actual es de 23 mil 500 pesos.
Es bueno resaltar que la República Dominicana representa la octava economía más grande de América Latina, mientras que Costa Rica es la número once. Parece, sin embargo, que este país centroamericano tiene una visión más racional de sus prioridades, ya que también en educación invierte el 8 por ciento de su PIB, mientras que nosotros casi tuvimos que hacer una revolución para conseguir el 4 por ciento.
En un momento en que se debate intensamente el problema de la seguridad pública, identificado como el tema de preocupación más importante entre los dominicanos, el liderazgo nacional prefiere hacerse de la vista gorda ante un aspecto que tiene mucho que ver con la incapacidad del Estado para enfrentar la delincuencia y la criminalidad.
Pretendemos ignorar que el salario de un policía, de unos 7 mil pesos mensuales, representa menos de la tercera parte de la canasta familiar, que de acuerdo al Banco central es actualmente 23 mil 398 pesos con 58 centavos.
Nos quejamos de las prácticas indebidas en que incurren los miembros de la Policía, como solicitar dádivas “para comer algo” o compartir beneficios con delincuentes conocidos, pero cerramos los ojos para no ver que esos servidores públicos están recurriendo a una de las pocas vías que tienen disponibles para completar los ingresos que necesitan para vivir.
¿O pretendemos acaso tener un servicio policial desproporcionadamente superior al que estamos pagando?
La propuesta de Luis Abinader es que el salario de un policía se corresponda con las necesidades básicas para vivir con dignidad, para que por lo menos tenga la opción de ser honrado sin morirse de hambre.