Según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) cada 6 de 10 fumadores deja de fumar motivados por la estética.
De su lado la especialista en el tratamiento del tabaquismo, Marta Banqué, asegura que fumar provoca la disminución de la circulación sanguínea en los tejidos, lo que influye negativamente en la elasticidad de la piel y provoca efectos negativos en su conservación.
Las características que se observan en un fumador son la fragilidad capilar por pelo quebradizo y desnaturalizado, arrugas marcadas, aspecto demacrado por la prominencia de los huesos, tonalidad grisácea de la piel, envejecimiento prematuro y dientes amarillentos. Al descubrir todos estos aspectos negativos la persona que fuma acude a un especialista donde se orienta sobre los daños que este hábito le provocado.
Para disminuir la acumulación de radicales libres, lograr revertir, "en parte", el daño provocado y recuperar luminosidad de la piel, el fumador esta obligado a dejarlo siendo el motivo principal la imagen.