En las catástrofes que han abatido al vecino país, la primera en auxiliar es República Dominicana. Eso es lo que se llama solidaridad, espontánea y de corazón sin esperar recompensa.
Por CÁNDIDA FIGUEREO
A pesar de que la República Dominicana es la nación más grata y solidaria del mundo, su principal preocupación es el bienestar de sus ciudadanos, lo que implica un trabajo permanente de superación para que cada quien asuma la rienda de su destino por el camino correcto. Esto implica que no se debe distraer con frecuencia en asuntos foráneos de los vecinos porque la agenda RD no es la de Haití.
En las catástrofes que han abatido al vecino país, la primera en auxiliar es República Dominicana. Eso es lo que se llama solidaridad, espontánea y de corazón sin esperar recompensa.
Bien merecido fue el apoyo dado a Haití cuando se produjo el terremoto el 12 de enero del 2010, que en 36 segundos dejó a los vecinos hechos añicos. En un santiamén, República Dominicana facilitó que se restableciera comunicación inalámbrica.
Para entonces René Préval, al mando del gobierno haitiano, fue específico en señalar: "El presidente dominicano, Leonel Fernández, ha sido el primero en presentarse y llegó con un gran contingente de apoyo."
Ese apoyo incluyó la hechura y entrega de la primera obra, una universidad que costó US$30 millones. En ese entonces la embestida de la naturaleza dejó más de un millón de damnificados y dio al traste con la vida de 300 mil en una población que para el 2010 se estimada 9 millones.
En esa zona, la pobreza aún es lacerante pese a ayudas de organizaciones que ayudan a los más menesterosos.
En lo que a República Dominicana se refiere, la solidaridad también se expresa en la cantidad de partos hechos en hospitales de aquí a nacionales de esa zona. El año pasado se estimaba que 8,500 haitianas daban a luz en hospitales de Santiago.
El doctor Sergio Sarita Valdez, patólogo, refirió que en el Hospital José María Cabral y Báez se realizan cada mes 80 y 90 partos de haitianas, cifra que el año pasado fue de 6 mil partos a esas extranjeras.
De igual modo, los indocumentados haitianos en escuelas dominicanas es el pan nuestro de cada día. Aquí reciben enseñanzas y no se les niega el desayuno en la actualidad.
Mientras que en los 48 442 km² de territorio dominicano se trabaja por una mayor superación, en lo que cada dominicano debe poner su grano de arena.
Por ejemplo, era vital y se aplica el proceso de regularización a los extranjeros que sin documento alguno entran y salen de este país como Pedro por su casa. Esta medida que conlleva gastos, se aplica porque no podemos seguir como chivos sin ley.
También es positiva la vuelta al campo con la siembra de diversos rubros vía cooperativas que reciben del Estado recursos prestados para echar adelante.
Otro signo positivo es la tanda extendida, el desayuno y útiles para los alumnos y los avances en algunas obras. Todo bienestar tiene como zapata es esfuerzo. El que trabaja puede lograrlo. No es sentado lloriqueando como “muñecas” que se sale adelante, quejándose de que no tengo ni lo otro. Hay que fajarse, buscar con la frente en alto y dejar a un lado la mendicidad.
Además hay que seguir motivando a no depredar el medio ambiente, que quien tumbe un árbol obligatoriamente siempre cinco plantas de la especie. La agenda de la RD no es la de Haití. Éstos a lo suyo y nosotros a lo nuestro, lo que no implica que en ocasiones no haya solidaridad, pero sin confundir creyendo que somos tontos.
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