SANTIAGO.- Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, arzobispo de la arquidiócesis de esta ciudad, estimó que si no se produce pronto un freno a la violencia, la delincuencia y el narcotráfico, el país podría convertirse en una especie de cárcel general, porque los residentes en el país están poniendo barrotes en sus residencias y propiedades, para no ser víctimas de esos males.
La máxima autoridad religiosa de aquí consideró que el miedo a convertirse en víctimas de la violencia y la delincuencia está haciendo que muchos dominicanos pongan mayor seguridad en las puertas y ventanas de sus casas y establecimientos comerciales.
El concepto fue expuesto esta mañana por monseñor de la Rosa y Carpio al pronunciar la homilía en la misa concelebrada en el estadio Cibao, con motivo de celebrarse hoy en el país el Corpus Cristi, actividad a la que asistieron miles de feligreses que llenaron las graderías y parte del terreno.
“El país se va a volver una cárcel general hasta el extremo que, si esto sigue como va, llegará el momento en el que todo el mundo va a estar preso en su propia residencia”, ratificó.
En tal sentido, monseñor de la Rosa y Carpio invitó a los dominican
os a romper esa barrera “porque tenemos que ser libres ya que el miedo nos está dominando”.
Lamentó que las manos de muchos dominicanos son utilizadas para asaltar y matar y pidió que estas se usen para bendecir, amar, abrazar, acariciar y trabajar, jamás para golpear, empezando por las casas.
“Debemos pedirle a Cristo que sane las manos de tantos asaltantes para que dejen de asaltar, para que no las usen para matar y robar”, sugirió monseñor de la Rosa y Carpio.
A su juicio, la sociedad dominicana está plagada de lo que definió como “llagas morales”, simbolizadas por la violencia, las drogas y la inseguridad, que se están traduciendo en un temor ciudadano colectivo.
“Por eso debemos pedirle a Cristo que nos sanen esas llagas que tenemos, porque nos están afligiendo y tenemos la seguridad que atenderá nuestro pedido en tal sentido”, indicó.
Monseñor de la Rosa y Carpio, acompañado de los sacerdotes de la arquidiócesis santiaguera, encabezó una caminata que se inició a las 7:00 de la mañana en el centro de la ciudad y que culminó con esa eucaristía celebrada en el parque deportivo.