Juan Manuel Santos, el economista e influyente articulista de “El Tiempo”, engrosa la lista de los analistas latinoamericanos que desde distintas atalayas hemos plantado batalla contra un síndrome de inmunodeficiencia que arrodilla las débiles instituciones y abre el botín del despilfarro de los fondos públicos, se llama reelección presidencial.
En abril del 2004, cuando se aceitaba la maquinaria que forzaría un cambio constitucional para permitir la reelección del presidente Alvaro Uribe, Santos escribió en su columna:
“Al país, en el fondo, ni le gusta ni le conviene la reelección, así la gran mayoría piense que Uribe lo está haciendo bien. Y todos necesitamos que lo siga haciendo bien. Pero en este debate es imperativo seguir el consejo de los sabios cuando recomiendan que por ningún motivo se debe legislar, ni mucho menos cambiar una Constitución, en función de una coyuntura o de una persona”.
Ha acontecido que después de ese escrito Juan Manuel Santos, apoyó la reelección de Uribe, se hizo presidente y acaba de alcanzar lo que había pregonado que era nefasto para Colombia: la reelección presidencial.
¿Qué pensar? ¿Qué estamos ante uno de esos tantos farsantes que pregonan una cosa abajo y hacen otra desde arriba?
¿Historia similar a la del editorialista de La Información, de Santiago, Joaquín Balaguer Ricardo?
Santos, el articulista de “El Tiempo” ha sido formado en una ética en la que la palabra empeñada pesa y sobre todo si ha quedado escrita y aguarda para la ponderación histórica. Quedó entrampado en la toma de un atajo para acortar el camino que adelantaría su llegada a la presidencia de la República.
Las carreras políticas de Uribe y Santos habían operado como el agua y el aceite, el primero hijo de finquero, gobernador y senador de pueblo, y el segundo nace en una familia afincada por generaciones en la oligarquía bogotana.
Varias veces Juan Manuel había sido sacado de las oficinas del periódico a desempeñar cargos públicos: ministro de Comercio con el presidente Gaviria Trujillo; de Haciendas con Andrés Pastrana y de Defensa con Uribe, el mismo senador que intentó interpelarlo y que le formuló acusaciones graves desde el Senado cuando fue ministro de Haciendas.
¿Cómo se unen estos caballeros, si en el primer periodo de Uribe, el articulista no fue mezquino al ponderar logros del presidente, pero le era muy crítico en algunos aspectos, entre ellos la pretensión de modificar la constitución para reelegirse?
El articulador de la alianza fue el senador uribista José Obdulio Gaviria, que un día acudió a ver al articulista y le reflexionó: “Ud. viene construyendo un perfil presidencial, y esta es la coyuntura de materializar su propósito, porque nosotros estamos impulsando una modificación que puede fracasar, y no tenemos plan B, si el Constitucional rechaza la reforma, Ud. sería el beneficiario de ese 80% de valoración que tiene el presidente, pero ese chance solo lo puede ganar poniéndose a la cabeza del uribismo, haga un pacto con Uribe, lidere la creación del nuevo partido, y le apuesto que se coloca la banda”.
Santos pactó con Uribe y la primera reelección, con muchos traumas pasó, Uribe cumplió colocándolo en el ministerio más visible para que fuera candidato, pero trató deslizarse buscando un tercer mandato y fracasó, entonces dio paso a Santos, que se ha reelegido pero prometió que sería el último presidente colombiano en hacerlo, se propone ampliar el periodo presidencial a seis años y nunca más.
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