Las instituciones dominicanas tiene los pies de barro y las piernas de gelatina. Pocos tienen confianza en ellas. En el mejor de los casos, más fuerza moral puede tener el incumbente de una institución, que el organismo como tal.
Por Manuel Hernández Villeta
Es una sociedad acorralada en su pasada. Otrora las instituciones no funcionaron, sirvieron de eco a posiciones tremendistas, olas de corrupción, prepeotencias, o sencillamente a no hacer nada. Poco se avanzó para corregir esa distorción.
Sin embargo, en los últimos aos se han dado pasos certeros hacia el funcionamiento institucional del Estado, y las relgas de jegugo con representantes d ela sociedad civil, entre ellos los empresarios.
Hay que rescatar la confianza que puedan tener los dominicanos en sus instituciones, porque sobre fuertes pedestales es que se levanta la democracia, no en la exlusión, las dudas, y el dejar pasar y dejar hacer.
Una prueba de la perdida de fe en sus instituciones lo presenta el caso del virus de la chigunkunya. Elñ ministerio de Salud Pública destaca que el malestar es producido por la picada de un mosquito, pero en las calles la voz del pueblo dice que es un virus, o una xcontaminación ambiental producida por el mal manejo de una cargas en un puerto cercanoa la cpaital.
Creo, comodice el ministerio de Salud pública, que la chigun se produce por la pica de un mosquito, como también lo avala la Organizaicón Mundial dela Salud y la Oficina Panamericana de la Salud. Pero el grfan pueblo duda de loque dice el máximo organismo oficial de slaud. Una muestra de desconfianza en las autoridades.
Pasa también con los celulares sin dueños registrdos. A pesar de las medidas tomadas, las telefónica vendieron millonesde celulares sin registrr a sus usuarios. Era uannformam de hacer más negocio, porque lo importante no era el celular, sino la adquisiciónde las tarjetas. Inclusive se llegó a promocionar que por un celular que costaba RD$150, se regalaban RD$300 de tarjetas.
Cuiando se quiso corregir esa distorción, se penalizó a los usuarios, la mayoría delos cuales compraron de buena fe, pero a las telefónics no se les multó, como debía de ser. Una muestra de cómo las isnstituciones se zarandean al capricho de cada cual.
Es hora de que se rescate la confianza del pueblo en sus instituciones. Se trabaja para hacerlas operativas, pero sin lugar a dudas lo primero es que cada dominicano se sienta orgulloso de las dependencias estatles que dbeen representarlo. Sinesa confianza, el Estados eguirá siendo un gigante con pies uy pernas de barro licuado.